La editorial de los lunes: Roger Bannister y lo imposible
El TM Benidorm no puede dejarse llevar por la corriente pesimista que surge de las derrotas
La editorial de los lunes: Roger Bannister y lo imposible
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Benidorm
Usada principalmente en Estados Unidos y Reino Unido, es común pensar que la milla es un invento anglosajón como contraposición al más extendido sistema métrico decimal, pero nada podría ser más equivocado.
La milla tiene su origen en el imperio romano, que estableció esa unidad, equivalente a la distancia que recorrían sus legiones en marcha militar en mil pasos. Una distancia que durante más de 2.000 años se pensó que era imposible recorrer en menos de cuatro minutos.
Fueron muchos los que lo intentaron y todos fracasaron hasta que el 6 de mayo de 1954 Roger Bannister, un buen atleta entonces, pero tampoco el gran dominador de las pistas, se presentó en un meeting en Oxford y ante 3.000 espectadores y despertando el interés de todo un país que siguió su locura a través de la radio gracias a la cobertura que del evento hizo la BBC, estableció un registro de tres minutos, 59 segundos y cuatro décimas.
Era la primera vez que se bajaba de esa barrera que, durante dos milenios, se había dicho que era imposible de romper por parte del ser humano. Lo imposible, de repente, se convirtió en posible y sólo tuvo que pasar mes y medio hasta que el australiano John Landy mejorara ese récord con un tiempo de tres minutos y 58 segundos.
Casi 70 años más tarde, la mejor marca mundial de la milla está en 3:43.13 y pertenece al marroquí Hicham El Guerreouj.
Viene todo esto a cuento del partido que mañana martes debe disputar el TM Benidorm, en su cancha del Palau d’Esports, ante el Amicitia de Zúrich, por hacerse con un hueco en la fase de grupos de la Liga Europa de la EHF.
Un partido de ida al que hasta el viernes por la tarde los de Fernando Latorre llegaban con la plena confianza de una afición que había recargado moral tras el buen partido visto ante el Frigoríficos del Morrazo una semana antes y que ahora, tras caer ante el Sinfín en Santander, ha vuelto a poner en duda la capacidad de los de la capital turística para superar a los suizos.
A Bannister, que en 1950 se había hecho con un bronce en la prueba de los 800 metros del Campeonato de Europa de Bruselas y que en 1952 rozó la medalla en los 1.500 en los Juegos Olímpicos de Helsinki, también le decían por activa y por pasiva que su reto de bajar de los cuatro minutos en la milla era imposible. Pero él creyó en sus posibilidades y demostró que en el deporte, como en la vida, pocas cosas hay imposibles si se trabaja con denuedo y de manera incansable por hacer realidad un sueño.
El pase de los de Benidorm a la fase de grupos de la Liga Europa EHF puede parecer, a estar horas del lunes, más un sueño que una posibilidad real. Más todavía, si tenemos en cuenta que ese pasaporte se debe conseguir en doble partido y que la vuelta, a disputar el próximo día 4 de octubre, se jugará en Zúrich.
Pero los sueños están ahí para convertirlos en realidad. Bannister soñó con romper una barrera imposible de romper durante 2.000 años y lo consiguió. Así pues, la grada, ese octavo jugador al que siempre hacen referencia los benidormenses, tiene la obligación de creer en un grupo que ha tropezado, es verdad, en sus partidos como visitante, pero que, al menos por el momento, ha sabido hacer del Palau un fortín.
A algo más de 24 horas para ese momento histórico para el balonmano benidormense toda la ciudad debe unirse al incansable rugir de los ‘Panda Azul’ y llevar en volandas, por imposible que pueda parecer el reto, a Fernando Latorre y sus chavales. Porque sólo creyendo en que lo único imposible es, precisamente, que algo sea imposible, el TM Benidorm y, con él, toda la ciudad podrá pasear los colores blanquiazules por Europa esta temporada.