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Salud y bienestar

¿Cómo hace un mayor para sentirse menos solo?

Analizamos los factores de riesgo y las medidas a tomar contra la soledad no deseada

Hablamos de soledad no deseada con el geriatra Fran Soria

Hablamos de soledad no deseada con el geriatra Fran Soria

11:40

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Fuenlabrada

La soledad no deseada es uno de los graves problemas de la soledad actual, algo que afecta especialmente a los mayores. “Todos necesitamos tener interacciones sociales para sobrevivir, pero a medida que las personas envejecen, a menudo pasan más tiempo solas”, reconoce Fran Soria, geriatra del Hospital Universitario 12 de Octubre y del Hospital Universitario la Luz de Madrid.

Pero la soledad trae consecuencias porque “puede afectar su salud y bienestar”.

“Los adultos que están solos o socialmente aislados son menos saludables, tienen estancias hospitalarias más prolongadas, son readmitidos en el hospital con más frecuencia y tienen más probabilidad de fallecer antes que aquellos con interacciones sociales significativas y de apoyo, además tienen más riesgo de deterioro cognitivo, depresión, malnutrición o enfermedad cardiovascular”, enumera Soria.

Y el problema es grave porque en la Comunidad de Madrid más de 276.400 personas mayores viven solas en su domicilio, lo que supone cerca del 25 % del total de la población de personas de 65 o más años.

Aquí es interesante diferenciar entre la soledad y el aislamiento social.

“La soledad es la sensación angustiante de estar solo o separado de los demás. El aislamiento social es la falta de contactos sociales y tener pocas personas con quien interactuar regularmente. Usted puede vivir solo y no sentirse solo ni aislado socialmente, y puede sentirse solo incluso estando con otras personas”, explica el geriatra.

Muchas de las situaciones propias del envejecimiento como la pérdida de audición, la vista y la memoria, discapacidades, dificultades para moverse o la pérdida de familiares y amigos y otros elementos son las barreras físicas que limitan la salida de los mayores del domicilio”, rodean este fenómeno.

“Además de mayor frecuencia de uso de recursos sanitarios e institucionalización hay mayor riesgo de hipertensión arterial, enfermedades del corazón, obesidad, función inmunitaria debilitada…”, enumera.

El aislamiento social y la soledad también pueden ser perjudiciales para la salud cerebral, pues se les ha relacionado con una función cognitiva más deficiente y un mayor riesgo de demencia, especialmente la enfermedad de Alzheimer.

Ciertos factores pueden aumentar el riesgo de aislamiento social y soledad como la pérdida de movilidad, problemas de vista o audición, desafíos psicológicos o cognitivos, sentir una falta de propósito, dificultades financieras, vivir solo, falta de transporte, incapacidad para salir de casa sin ayuda, un cambio importante en la vida, como la muerte de un familiar o la jubilación, separación de amigos o familiares, falta de apoyo social, cuidar a un ser querido que está enfermo, vivir en un vecindario rural, peligroso o de difícil acceso, ser discriminado por edad, raza, etnia, orientación sexual o identidad de género o barreras culturales.

Por eso es recomendable mantener la conexión con amigos y familiares y conocer los recursos municipales o regionales contra la soledad, como es el caso de la Red Regional contra la Soledad no Deseada.

 
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