Óscar López aboga por un sistema de residencias públicas de proximidad frente al ‘modelo Ayuso’

Madrid

Óscar López, proclamado ya secretario general del PSOE-M, tras la ausencia de rivales en el proceso congresual que formalizará su liderazgo el 1 y 2 de febrero, tiene listos los ejes principales de su estrategia de oposición a Isabel Díaz Ayuso. Están plasmados en la ponencia marco que discutirán ese primer fin de semana de febrero los socialistas madrileños.

En materia de residencias, según ese documento al que ha tenido acceso la Cadena SER, López propone un modelo basado en la “cercanía y calidad”, en contraposición al modelo que ha desarrollado el Partido Popular durante casi 30 años ininterrumpidos de gobiernos conservadores, y que según el líder socialista está marcado por el “negocio y abandono de las personas mayores”.

El texto del nuevo secretario general, que se remitirá previsiblemente este mismo lunes a las agrupaciones socialistas, hace un análisis severo de los males acumulados durante estas tres décadas de administraciones populares. López cree que el sistema está marcado por la masificación de esos centros; en muchos casos en emplazamientos aislados del tejido social; con una baja calidad en los cuidados, como consecuencia de la precariedad de las plantillas; en el que prima el negocio por encima de los cuidados por la privatización del grueso de los centros; y sin la coordinación suficiente con el sistema de salud.

“Un hogar con personal que cuida y previene el avance de la dependencia”

López cree que el sistema debería apostar por una red más atomizada, compuesta por minirresidencias, en lugar de los macrorrecintos que en buena medida la caracterizan actualmente y que pueden superar las 600 plazas, como ocurre por ejemplo con la Doctor González Bueno, en la capital. El objetivo –reza la ponencia marco- es que la residencia sea “un hogar donde se vive y convive”.

A los socialistas no solo les preocupa el tamaño actual de muchos de esos centros, sino también su ubicación, en ocasiones alejados de los núcleos urbanos, lo que dificulta la interacción con su entorno. La idea es que las residencias estén “abiertas al barrio”.

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La calidad de los cuidados que reciben los residentes está directamente relacionada también con las condiciones laborales de la plantilla encargada de ellos, muy feminizada. Por eso, los socialistas madrileños consideran indispensable “adecuar” esas condiciones con la importancia del trabajo que desempeñan y con una “dotación suficiente”, con el fin de que la residencia se convierta en “un hogar con personal que cuida y previene avance de la dependencia”.

La ponencia marco pone el acento también en uno de los mayores déficits que arrastra el sistema y que quedó en evidencia durante la pandemia: la relación insuficiente entre esas residencias y sus centros sanitarios de referencia. La promesa de medicalizarlas, anunciada solemnemente por el Gobierno de Ayuso al inicio de la transmisión del COVID-19, nunca se llegó a realizar y se estima que 7.291 mayores murieron sin posibilidad de ser derivados al Servicio Madrileño de Salud. Casi cinco años después de aquellos meses negros, el sistema -según los socialistas- aún carece de una coordinación permanente con centros de salud y hospitales.