Sociedad

El cierre de los comercios de barrio: Calzados Vinigón abandona Lavapiés tras más de 80 años calzando al barrio

La zapatería era uno de los comercios tradicionales que resistían abiertos en el centro de la capital, pero los cambios en el consumo y las grandes plataformas han propiciado su cierre.

Exterior de la zapatería Calzados Vinigón.

Exterior de la zapatería Calzados Vinigón.

Madrid

"Ya lo decía Salomón, para los pies delicados Vinigón", así anunciaba la zapatería uno de los carteles tradicionales del local. Un pequeño comercio que ha calzado al barrio de Lavapiés durante tres generaciones y que, sin embargo, ha tenido que echar definitivamente el cierre este julio. Su gerente, María Jesús González, ha tratado de retrasar cuanto ha podido esta situación, pero los cambios en el consumo, las marcas low cost y la gentrificación han hecho insostenible seguir manteniendo el negocio de su familia.

"En función de la tienda se hace la vida. Esta estructura el horario de tu vida, pero es mucho más que una tienda [...]. Es más que una zapatería y, por eso, me ha costado tanto el desarraigo y conjugar el verbo cerrar en primera persona. Yo cierro, me ha costado 24 años conjugar esa palabra", explica María Jesús.

Durante el 2023, han desaparecido en la Comunidad de Madrid unos 6.000 establecimientos de proximidad, según datos de la Confederación de Comercio Especializado de Madrid (COCEM). Una situación que transforma completamente el tejido de los barrios, al verse estos comercios generalmente sustituidos por grandes cadenas.

La historia de Vinigón: "Las alpargatas de la Marcelina no se rompían"

Quien fundó Calzados Vinigón, en la década de 1940, fue Marcelina, la abuela de María Jesús. Al principio, contaban con un local en la calle Tribulete 4, pero al prosperar el negocio abrieron también la tienda en Tribulete 7, que es la que se ha mantenido hasta la fecha.

La actual gerente describe a su abuela como una mujer fuerte que supo sacar a su familia adelante, viuda y con dos hijos a su cargo. Marcelina tenía experiencia trabajando la tienda de alimentación que su padre había regentado en la capital y cuando fundó su propio establecimiento, inicialmente, fue una tienda en la que vendían todo tipo de productos.

"Mi abuela fue una mujer muy emprendedora [...]. Inició un comercio, que es lo que a ella siempre se le ha dado bien, con un poco de todo, incluidas las alpargatas. Las compraba en un almacén y como decían que las alpargatas de la Marcelina no se rompían, la gente empezó a venir a por ellas. Por eso nos dedicamos a los zapatos, porque mi abuela -que era la que tenía más visión en la familia- dijo: hay que dedicarse al calzado".

Por aquel entonces, cuando solo contaban con el establecimiento en el número 4, llegaron a vivir dentro de la propia tienda, convirtiendo así el lugar en un miembro más de la familia. "Cuando uno nace con una empresa familiar, es como tu medio natural, aunque tengas otras aspiraciones o gustos. Aunque no estés trabajando en ella, has desayunado tienda, comido tienda y la tienda forma parte de la familia", describe la entrevistada.

La desaparición de los comercios tradicionales

Siguiendo los datos de COCEM, en 2022 había más de 50.000 comercios en la región, mientras que en 2023 la cifra descendió a menos de 44.400. Esto es algo que se ve reflejado en las calles de Lavapiés, con ejemplos como el de Calzados Vinigón o el videoclub Ficciones, que también cierra este julio tras más de 20 años en funcionamiento.

Poco a poco, los zapatos de Vinigón han ido abandonando las estanterías de la tienda, a la espera de ser recogidos por los comerciantes de El Rastro. El mostrador, los carteles y los asientos en los que antes se probaban los zapatos los clientes tampoco están, aunque los vecinos del edificio siguen bajando para transmitir su apoyo a María Jesús. Como defiende la entrevistada, la zapatería siempre ha sido un punto de encuentro y de creación de comunidad entre los habitantes del barrio. Algo que se está perdiendo con la desaparición de este tipo de establecimientos y la gentrificación.

"La vida de barrio es muy familiar y se crean lazos más allá de la clientela. Nosotros nunca hemos vendido el par como un intercambio económico, sino que hemos vendido nuestras mercancías con alma y poniendo cara a cada calzado", explica la entrevistada.

Interior de la zapatería, Calzados Vinigón, tras su cierre.

Interior de la zapatería, Calzados Vinigón, tras su cierre.

Interior de la zapatería, Calzados Vinigón, tras su cierre.

Interior de la zapatería, Calzados Vinigón, tras su cierre.

Sin embargo, no solo son los comercios tradicionales los que abandonan Lavapiés, sino que los vecinos de toda la vida también empiezan a dejar sus calles. Algunas de estas personas se han visto afectadas por la compra de sus casas por fondos buitre, como es el caso de los bloques de Zurita 22, Buenavista 25 o el propio Tribulete 7. Muchos de los vecinos del edifico han compartido con Calzados Vinigón gran parte de su vida y, aunque María Jesús decidió cerrar antes de conocer la noticia de la compra del inmueble, conocer bien cómo afectan al barrio estas operaciones.

"Tribulete 7 está viviendo una situación muy dura. Estos fondos que están comprando los bloques están quedándose con todo, son como un tsunami que arrasa a las familias. [...] Son operaciones que destrozan la vida de los hogares. Es un volver a empezar, romper relaciones, mucho miedo e incertidumbre y que no hay alternativa habitacional... buscas alquileres y es imposible [...]. Asistimos a una transformación y despersonalización absoluta del barrio, porque vamos echando la vista atrás y nos decimos: oye falta esta persona o esta otra".

 
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