Por qué los médicos de familia huyen de Madrid: "no quiero recurrir a los ansiolíticos y los antidepresivos"

"No puedo volver a esa jungla en la que todo el mundo está con ansiedad y ataques de pánico", así contesta Irene Cebollo cuando se le pregunta por volver a Madrid. Ella es médica de familia, durante siete años estuvo trabajando en un centro de salud del sur de Madrid, llegaba a ver hasta 90 pacientes al día, hasta que a principios de 2022, decidió que no aguantaba más y se fue al País Vasco a trabajar.

Cebollo decidió marcharse de Madrid para no llegar al punto en el que, asegura, están muchas de sus compañeras: "La mayoría toma ansiolíticos antes de pasar consulta y antidepresivos todas las noches; yo me fuí porque no quería acabar así". Ella es un ejemplo de la fuga de médicos especialistas en Familia que sufre la Comunidad de Madrid.

En la última elección de las plazas MIR, hasta 200 puestos de medicina de familia quedaron vacantes en todo el país, aunque en Madrid no ocurrió así, se llenaron todas las plazas. Muchos estudiantes de todo el país llegan a la capital para especializarse porque consideran que la formación es muy buena. El problema para el sistema de salud madrileño llega cuando termina la formación, porque es incapaz de retener a la mayoría de los profesionales que llegan para hacer la residencia.

Según el sindicato médico AMYTS, en los dos últimos años, de los 443 médicos que terminaron la residencia de medicina Familiar y Comunitaria, solo 37 decidieron quedarse con los contratos que ofrecía la Consejería de Sanidad, menos de un 10%. En el caso de los pediatras, de 155 que terminaron la especialidad, solo 6 aceptaron los contratos que les ofrecía la Comunidad.

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"No quiero tomar ansiolíticos para poder pasar consulta"

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No faltan médicos, faltan condiciones dignas

Cuando se habla del problema que sufren las urgencias extrahospitalarias y la Atención Primaria en Madrid, sus responsables políticos ponen en foco en la falta de médicos. Pero ante la bajísima cifra de nuevos residentes que se quedan en el sistema, los profesionales apuntan en otra dirección: ni el salario ni las condiciones de trabajo incentivan que los nuevos especialistas se queden.

Alberto Cotillas, que trabaja en un centro de salud de Parla desde hace tres años, es una de los pocos que decidió quedarse, pero no por cuestiones laborales: "Yo soy de Madrid, mi familia vive en Madrid, tengo aquí a mis amigos y por eso me quedo". Pero reconoce que a veces, él y su pareja, fantasean con marcharse: "Lo pensamos mucho, mi novio también es médico, y soñamos con decir 'adiós' a todo y empezar en otro lado, pero al final sigues aguantando".

"Muchos se buscan otros caminos antes que quedarse en Primaria", asegura María. Ella trabaja en un centro de salud del barrio de Salamanca. Hizo Familia "por convicción", cree en la figura -ella le añade "utópica"- del médico que atiende a toda la familia, que conoce sus dinámicas y sus hábitos, que es capaz de intervenir también socialmente si hace falta porque "no se limita solo a prescribir tratamientos".

María terminó su especialidad hace año y medio, de 18 compañeros, solo 6 se han quedado en la Atención Primaria de Madrid, el resto, ha decidido tomar otros caminos: "algunos se van a otra comunidad, o a otro país, otros se pasan al ámbito hospitalario (sobre todo a las urgencias) y otros hacen una oposición y pasan a trabajos que no tienen nada que ver con la clínica".

Cómo acabar con una vocación

Ese es el caso de Nelson Montes, terminó la residencia a la vez que María. Cuando empezó, tenía una visión de la medicina de familia y comunitaria muy parecida a la de la doctora: intervención en la persona, en la familia y en el barrio. Un médico que es parte del día a día de la gente, no solo en los momentos puntuales de enfermedad. Pero asegura que "después de los 4 años de residencia, han matado" su vocación. Se ha marchado de Madrid y de la Atención Primaria, ahora ejerce de médico de urgencias en un hospital de Valencia.

"Nos encantaría volver" dice Nelson, hablando por él y por su pareja, también médica de familia, "en Madrid, tenemos muchos amigos, algunos están teniendo hijos y nos gustaría estar con ellos; pero mientras sigan con estas condiciones no estamos dispuestos a volver".

Montes cree "que la cuestión del dinero nunca ha sido primordial". "Antes, cuando el sistema estaba bien financiado, la gente quería trabajar ahí por el prestigio que daba, porque sabías que estabas dando un bien fundamental a la comunidad", asegura, "pero los tiempos que tienes ahora solo te permiten dar atenciones que muchas veces son insuficientes. Y si a eso le sumas que pagan poco, ¿qué motivos hay para quedarse?".

Nelson tiene claro cuáles son los cambios que necesita la atención primaria: "Primero, poner un límite estricto a las agendas. Luego, poner personal en los centros de salud que se encargue de las urgencias, porque muchas veces son los que llenan el día a día de los médicos. Tercero, eliminar muchas de las gestiones administrativas como son las bajas laborales. Y por último, ofrecer condiciones salariales decentes para que todos los médicos que se han ido vuelvan".

Todos ellos hablar de situaciones que llevan al límite la resistencia física y mental. El mismo retrato que hacen los que llevaban muchos años trabajando en la Atención Primaria, pero a diferencia de los veteranos, ellos tienen más libertad para elegir cómo quieren ejercer su profesión, y la mayoría de ellos deciden que no es como pueden ejercerla en Madrid.