Las otras casas Orsola: expulsada a los 70 años del piso donde vivió su bisabuela
Eugènia es la última inquilina en la calle Diputació 166 de Barcelona; un fondo de inversión quiere convertir el edificio en pisos de lujo
L'Eugènia, una altra 'Casa Orsola'
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Barcelona
Eugenia tiene ahora 67 años. Ella y su marido son los últimos inquilinos del edificio de la calle Diputació 166 de Barcelona, ubicado a sólo 650 metros de Casa Orsola; el resto, son pisos de alquiler de temporada, habitados por extranjeros que vienen y van. Tres meses antes de jubilarse, una notaria llamó a su puerta: vino a comunicarle que el piso en el que ha vivido durante casi 50 años -y donde había vivido de alquiler su bisabuela-, había sido comprado por una sociedad, que es ahora mismo la propietaria de la finca y que quiere reformar todos los pisos para convertirlos en apartamentos de lujo. Algunas grietas en el techo del comedor de casa de Eugènia le recuerdan cada día que en los pisos de arriba hay quienes ha prescindido de las molduras de los techos altos tan típicos del Eixample, o de los azulejos hidráulicos. Cicatrices de una arquitectura engullida por el glamour a precios millonarios. Lo último que imaginaba Eugènia era que, una vez jubilada, tuviera que preocuparse de buscar donde trasladarse. En tres años, cuando tenga 70 y expire su contrato, tendrá que irse de aquí.
"Ahora miro mi casa y sólo veo cosas que tendré que meter en cajas". Suelta una sonrisa cuando lo dice, porque defiende que no quiere "hacer un drama" de su situación, que algo encontrarán ella y su marido. Aunque es consciente de que quizá no se puede quedar en Barcelona y que tendrá que irse fuera, "porque este modelo de ciudad nos expulsa a todos", jóvenes y no tan jóvenes. Para los pisos nuevos y reformados, la propiedad pide cerca de un millón de euros.
Suciedad, ruido, polvo, maletas que entran y salen, aires acondicionados e instaladores que suben y bajan... Éste es el pan de cada día en la escalera de Eugènia. Una escalera que sólo lleva mes y medio con ascensor, de acuerdo con las intenciones de la nueva propiedad. "Para mí la calle comienza cuando cierro la puerta de casa", así describe cómo es eso de estar rodeada de pisos de alquiler de temporada, ocupados por personas de todas las nacionalidades: Francia, Países Bajos... Eso sí: los ve poco, y enfrente tiene a una pareja lituana de la que está encantada.
Sobre el ejemplo de la Casa Orsola, se muestra convencida de que fue "un gol" porque sirvió para que la gente reaccione, y confía en que sea un punto de inflexión en los desahucios silenciosos. "Porque ahora sabemos que pueden haber respuestas si la gente se moviliza", concluye. Además, no descarta dice pedir una ampliación del alquiler gracias a lo que ha visto que ha ocurrido con la Casa Orsola.
Laura Estrada
Periodista, part de l'Aquí Catalunya i del podcast Agafa el telèfon. Acaricio gats i odio la pinya.