"Yo formo parte de los menores que no denuncian abusos hasta pasados 40 años."

Barcelona

90% es la cifra de menores que han sufrido abusos y que no los denuncian hasta que son adultos. 80% es el porcentaje de abusadores que forman parte de la familia del menor o de su entorno de confianza. Y 20% es el número de menores víctimas de abuso infantil: uno de cada cinco niños. Son los datos que ha presentado esta semana la Fundación Vicki Bernadet en una pista de baloncesto para mostrar, precisamente, cómo los abusos provienen de personas muy cercanas a la vida de un niño: familiares, profesores, entrenadores o monitores.

Aprovechando el Día Mundial para la Erradicación del Abuso Sexual Infantil, la Fundación ha querido dar voz a las historias que se esconden detrás de las cifras, como la de Esther, quien, junto con una de las psicólogas especializadas en abuso sexual infantil, Pilar Polo, ha compartido su experiencia.

Agresión, amnesia y denuncia

Esther sufrió el "Soy yo", la frase que muchos abusadores utilizan para entrar en la vida del menor y que ahora encabeza el spot de Vicki Bernadet. Cuando tenía diez años, sufrió abusos por parte del sacerdote de su pueblo, quien también era profesor de religión en su escuela. Sin embargo, no lo denunció hasta que fue adulta: "formo parte de los menores que no denuncian abusos hasta pasados 40 años."

Transitó "por diferentes emociones durante la infancia y más tarde en la adolescencia." Sufrió estrés postraumático y amnesia disociativa, lo que no le permitió recordar la totalidad de los abusos hasta que fue adulta y recordó la violación. Le costó, pero gracias al proceso terapéutico y al apoyo de su familia, pudo hacerlo. Era consciente de que su caso había prescrito, pero quería dejar constancia para evitar que delitos como estos quedaran impunes. Judicialmente, la denuncia fue archivada, y aún no ha recibido respuesta de la investigación interna que se estaba llevando a cabo desde el Obispado.

En este sentido, Pilar Polo destacó que no se puede olvidar que muchas de las figuras abusadoras "son personas muy poderosas, valoradas socialmente, respetadas y que caen bien", lo que hace que no sea fácil ni para el menor ni para la familia querer ver lo que está sucediendo, ya que muchas veces "dependen de ellos". Esther recomendó a todos marcar su propia hoja de ruta, con la ayuda de la terapia, porque no todas las víctimas son iguales ni necesitan lo mismo. Ella tuvo que hablar con su abusador y denunciar después, y ahora puede "vivir en lugar de sobrevivir", como había estado haciendo durante muchos años.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Hablar del tema

La psicóloga Pilar Polo defendió que, como sociedad, se habla de violencia, existen leyes, y el tema aparece en los medios, pero que a nivel individual cuesta porque "cada uno tiene su historia". En este sentido, aún hay muchas personas adultas que no han denunciado los abusos que sufrieron, lo cual "dificulta la protección de la infancia".

Actualmente, Polo celebró que el número de denuncias ha aumentado, mientras que la edad inicial en la que se pide ayuda ha disminuido. En 1999, cuando la Fundación Vicki Bernadet empezó a funcionar, las personas que denunciaban eran mujeres adultas, de 40 años, mientras que ahora la mayoría son jóvenes, de 20 años. Sin embargo, la incidencia no ha disminuido, "y eso debe preocuparnos", lamentó la psicóloga.

Esther quiso terminar reivindicando el papel de personas como Pilar, que son "auténticos salvavidas" y que están poco valoradas, tanto a nivel social como político: "Deberían serlo más, no solo emocionalmente, sino también económicamente."