Los primeros vacunados en CYL, en Palencia, cinco años después: “Vimos la luz”
Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre donde comenzaron a suministrarse las vacunas

CEVICO DE LA TORRE (PALENCIA), 27/02/2025.- Alejandro Sastre (i), Galo Beltrán (2i), Rafaela Diezhandino (2d), los primeros vacunados contra el Covid en Castilla y León y Mari Bilbao (d), supervisora de la residencia de Cevico de la Torre. Hace cinco años, cuando se notificaron los dos primeros casos de covid en Castilla y León, la incertidumbre y el miedo se instaló en la sociedad ante este virus desconocido para el que no había vacuna. Diez meses más tarde el avance de la ciencia y la investigación permitió poner las primeras dosis en la Comunidad. Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre (Palencia), donde se empezó a ver la luz al final del túnel.-EFE/ Almudena Álvarez / Almudena Álvarez (EFE)

Palencia
Hace cinco años, cuando se notificaron los dos primeros casos de covid en Castilla y León, la incertidumbre y el miedo se instaló en la sociedad ante este virus desconocido para el que no había vacuna.
Diez meses más tarde el avance de la ciencia y la investigación permitió poner las primeras dosis en la Comunidad. Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre (Palencia), donde se empezó a ver la luz al final del túnel.
El 27 de diciembre de 2020 marcó un antes y un después en esta residencia ya que las vacunas trajeron la esperanza para aquellos tiempos terribles en los que los mayores fueron los más vulnerables. Por eso, las primeras dosis se administraron en las residencias.
En Castilla y León, se eligió la de Cevico de la Torre, donde el esfuerzo conjunto de la dirección, las trabajadoras y los residentes permitió que no se registrase ni un solo caso de covid.
Entre valientes y resignados, todos los residentes, 82 en total, y los 40 trabajadores, desde el más joven Iván que entonces tenía 19 años hasta el más mayor, Eugenio Asensio, de 99, pasaron por las manos de los tres sanitarios que, aquella mañana de domingo, llegaron en taxi con las neveras donde guardaban el antídoto a tanto sufrimiento.
Áureo López García, que entonces tenía 88 años, se convirtió así en el primer vacunado en Castilla y León. «Quería que Áureo fuera el primero, porque era el más consciente de todo lo que estaba pasando. Pero me dijo que iba el primero si yo iba con él. Así que allá que fuimos los dos a poner el brazo», relata a EFE Mari Bilbao, supervisora de la residencia Santa Eugenia de Cevico.
Aquel día, Áureo y Mari se arremangaron los primeros para dar ejemplo y animaron a todo el mundo a imitarles: «estaba deseando que llegara este momento, a ver si ganamos la batalla porque llevamos diez meses sin pisar el asfalto», relataba ese día Áureo, que falleció en junio de 2023.
Entre la esperanza y el miedo a lo desconocido

CEVICO DE LA TORRE (PALENCIA), 27/02/2025.- Rafaela Diezhandino (i) una de las primeras vacunadas contra el Covid en Castilla y León y Mari Bilbao (d) supervisora de la residencia de Cevico de la Torre. Hace cinco años, cuando se notificaron los dos primeros casos de covid en Castilla y León, la incertidumbre y el miedo se instaló en la sociedad ante este virus desconocido para el que no había vacuna. Diez meses más tarde el avance de la ciencia y la investigación permitió poner las primeras dosis en la Comunidad. Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre (Palencia), donde se empezó a ver la luz al final del túnel.-EFE/ Almudena Álvarez / Almudena Álvarez

CEVICO DE LA TORRE (PALENCIA), 27/02/2025.- Rafaela Diezhandino (i) una de las primeras vacunadas contra el Covid en Castilla y León y Mari Bilbao (d) supervisora de la residencia de Cevico de la Torre. Hace cinco años, cuando se notificaron los dos primeros casos de covid en Castilla y León, la incertidumbre y el miedo se instaló en la sociedad ante este virus desconocido para el que no había vacuna. Diez meses más tarde el avance de la ciencia y la investigación permitió poner las primeras dosis en la Comunidad. Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre (Palencia), donde se empezó a ver la luz al final del túnel.-EFE/ Almudena Álvarez / Almudena Álvarez
Cuando se cumplen cinco años del inicio de aquel confinamiento, otros ancianos toman las palabras de Áureo. Y aunque a algunos, tanto tiempo después se les nubla un poco la memoria, recuerdan lo mal que lo pasaron aquellos meses de encierro y aislamiento social, la esperanza que generó la vacuna y el pánico que tenían a lo desconocido.
«Del día exacto no me acuerdo, pero de que me la pusieron, sí», afirma Luis Merino Fernández, de 98 años, quien fue vacunado después de Áureo y Mari.
«Aquello fue riguroso, ¿cómo no me voy a acordar?», añade Galo Beltrán, de 81 años. «Fue muy duro, durísimo, y aquí estamos», dice Rafaela Diezhandino, de 77, mientras mira a Mari Bilbao, quien decidió confinarse con los residentes durante tres meses. «Como una madre, qué valiente», reconoce Rafaela.
El miedo era una constante. «A mí me ponían la sonda y me ahogaba, porque tengo problemas pulmonares. Y temíamos que nos pasara algo», explica Luis. Hasta que llegó el día de la vacuna. «Cuando nos dijeron que éramos los primeros, vimos la luz», recuerda Mari. «A mí me dio miedo», admite Rafaela. Pero era vacunarse o seguir con miedo. «Y esto era como estar en una cárcel», añade Mari Bilbao.
Así que se vacunaron todos, residentes y trabajadores. «Menudo despliegue», recuerda Mari. «Estábamos mirando por la ventana, ansiosos por ver llegar los taxis con la vacuna. Hasta había militares», cuenta.
En la calle, la expectación también era máxima. Muchos vecinos y familiares de residentes y trabajadores y parte de la corporación municipal, que repartió café y pastas, vivieron con emoción esa mañana que amaneció con niebla pero poco a poco fue dejando paso al sol.
«Fue una alegría», dice Alejandro Sastre, de 91 años. «Había que hacerlo», añade. «Y nos quedamos tranquilos», dice Rafaela, porque a partir de ese momento empezaron a sentirse protegidos. «Y pudimos volver a salir a la calle», concluye Luis Merino, quien prefiere no pensar en aquellos días. «Estoy bien aquí. Aquello pasó. Y el día que tenga que llegar, llegará», sentencia.

CEVICO DE LA TORRE (PALENCIA), 27/02/2025.- Luis Merino (i), de 98 años, uno de los primeros vacunados contra el Covid en Castilla y León y Mari Bilbao (d) supervisora de la residencia de Cevico de la Torre, miran por la ventana como hacían aquellos días de 2020. Hace cinco años, cuando se notificaron los dos primeros casos de covid en Castilla y León, la incertidumbre y el miedo se instaló en la sociedad ante este virus desconocido para el que no había vacuna. Diez meses más tarde el avance de la ciencia y la investigación permitió poner las primeras dosis en la Comunidad. Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre (Palencia), donde se empezó a ver la luz al final del túnel.-EFE/ Almudena Álvarez / Almudena Álvarez

CEVICO DE LA TORRE (PALENCIA), 27/02/2025.- Luis Merino (i), de 98 años, uno de los primeros vacunados contra el Covid en Castilla y León y Mari Bilbao (d) supervisora de la residencia de Cevico de la Torre, miran por la ventana como hacían aquellos días de 2020. Hace cinco años, cuando se notificaron los dos primeros casos de covid en Castilla y León, la incertidumbre y el miedo se instaló en la sociedad ante este virus desconocido para el que no había vacuna. Diez meses más tarde el avance de la ciencia y la investigación permitió poner las primeras dosis en la Comunidad. Fue en la residencia de mayores de Cevico de la Torre (Palencia), donde se empezó a ver la luz al final del túnel.-EFE/ Almudena Álvarez / Almudena Álvarez
La vuelta a la normalidad
Después, la normalidad fue regresando poco a poco, entre segundas, terceras y cuartas dosis. Pero aunque la vida parece haberse recuperado, el miedo dejó huella. «El covid ha dejado tocada a mucha gente: a los residentes, a las familias, a los trabajadores», sostiene Mari Bilbao.
Primero, por las consecuencias de tanto tiempo sin pasear ni hacer sus actividades diarias, lo que les debilitó. «Pegaron un bajón muy grande», lamenta Mari. Pero sobre todo, por quienes perdieron a sus seres queridos. «Aquí fallecieron tres residentes, por sus patologías, no por el virus, pero tuvieron que despedirse de sus familias por videollamada. Eso es horrible. No se me olvida. Es muy duro», reconoce.
Cinco años después
Cinco años después, también ha cambiado la percepción sobre aquellos días y sobre la vacuna. «Es verdad que funcionó. Pero si ahora se repitiera la situación, la mitad de las trabajadoras no se vacunarían por miedo a los efectos secundarios», admite Mari Bilbao. «Nos fiamos de la vacuna. Pero fuimos conejillos de indias. Funcionó. Eso queremos creer», añade, con dudas.
Tampoco cree que hoy se aplicarían las mismas restricciones. «Nosotros cerramos dos días antes de que lo decretara el Gobierno, en cuanto se detectó el primer caso en la zona», explica.
La decisión generó conflictos con las familias, pero, visto en perspectiva, asegura que ese cierre temprano fue clave para que diez meses después no hubiera un solo caso en el centro. Aun así, opina que ahora se actuaría de otra manera, sin medidas tan estrictas. «Al final, si entra, entra. Tuvimos miedo y pánico a lo desconocido. Ahora ya lo conocemos», reflexiona.
A pesar de todo el sufrimiento y las restricciones rigurosas, Mari Bilbao cree que, como sociedad, «no hemos aprendido nada. En su momento, sí. Pero luego se olvida».
«¿Cómo no vamos a aprender?», le replica Rafaela. «Bueno, a valorar la vida, eso sí lo hemos aprendido», concede finalmente Mari.