Yo fui al San Francisco Javier y me dio clase don Víctor
La Firma de Javier Gómez Caloca

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Palencia
Buenos días, tenía pendiente hacer un comentario sobre mi paso por el Colegio San Francisco Javier y el fallecimiento de nuestro profesor Don Víctor Romo lo ha hecho ya inaplazable.
Estaba en la Plaza de San Francisco, con acceso por el mismo portón que al Cine Luises. A éste Colegio, público en un espacio cedido por los Jesuitas, nos incorporamos mi hermana Mariví y yo en el curso 75-76, y en él terminamos la EGB; justo el curso que yo hice 8º el Colegio cerró. En él viví la muerte del Dictador, el fin del alinearse en el patio, el inicio de las clases mixtas, los primeros amigos, y amigas, en la capital, los de la Bene y el San Telmo, los partidos de futbol en el patio que se prolongaban en la plaza de San Francisco con una portería en el portón lateral de La Soledad y la otra en las columnas de la plaza.
Recuerdo las tardes en los kotskas, el milagro del Padre Bezanilla al que, con diez pesetas al mes de cuota, le daba para todo. Leer en misa el domingo a cambio de una entrada para el Cine Luises. Lo de monaguillo estaba controlado por Juanfran, también alumno del colegio al que, tras amenazar con la huelga, le subieron la paga. Las visitas obligadas a Monseñor Melendro, sus historias de China y su postalita del santo…
El kiosko de Poli, las pipas que no se podían comer en el cine, las cebolletas, los jamones y el regaliz de palo, el bollo de leche de la panadería… Tantos Recuerdos. No hace tanto llevé a mi hija y mis sobrinos para que vieran el patio, pero un señor muy amable con traje del Klan, nos dijo que era un lugar privado, eso sí, deteriorado y abandonado, desde que los Jesuitas se fueron de Palencia. Una pena.
Tuve cuatro maestros. Don Rafael Ros, Don José María del Amo, Don José María Gallego y Don Víctor Romo, mi primer tutor en 5º y con el único que aprendí algo de matemáticas.
Este lunes nos dejó Don Víctor, además de gran profesor, un luchador, en tiempos difíciles, por los derechos de los maestros. Ganó, en unas elecciones alternativas, a los capitostes provinciales del SEM, el sindicato franquista. Lagunilla, en su Renault 5, le llevó a Madrid para participar por julio del 76 en la Coordinadora Nacional de Magisterio y en las negociaciones con el Ministerio; eso sí, después de encerrarse durante días en Asamblea Permanente porque el Ministro no los recibía. De allí salió la convocatoria de una huelga que consiguió que el dicho vas a pasar más hambre que un maestro de escuela empezará a ser historia.
Recuerdo su regresó a Palencia, nadie sabíamos dónde había estado. Nos juntaron a todos en el aula más grande y, emocionado, nos habló, después de pedirnos perdón por su ausencia, de derechos y de democracia. Nunca olvidaré cuando me dijo, “Javier te corresponde el pupitre número uno, pero ha venido el padre de menganito (que era Guardia Civil), y se ha puesto pesado”. Meses después salí elegido Delegado de clase y me dijo “esto es lo que cuenta, que te valoren los compañeros”.
Cuando había que avanzar en la libertad sindical y elegir, Don Víctor, junto a Lagunilla, Pablo Salvador, mi profe de lengua en el Instituto, y otros, justo un día después de las primeras elecciones democráticas de junio del 77, constituyeron en Palencia la FETE-UGT.
En los últimos años, cuando la pequeñez de la ciudad nos juntaba, me cogía del brazo, me preguntaba por mi hermana, hablábamos de las familias, del sindicato y del partido. Siempre me decía: Te sigo, te oigo, te leo y te veo, sigue así y no aflojes, era su despedida.
Un abrazo a su mujer, a su hijo, a sus sobrinos de esta casa David y Damián, a todos, Don Víctor siempre estará en mi recuerdo.