Javi, en 97 años nunca cayó una nevada así
La Firma de Javier Gómez Caloca
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Javi, en 97 años nunca cayó una nevada así
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Palencia
Buenos días, se cumplen diez años de la nevada que mantuvo incomunicada durante días el norte de la provincia, dieciocho días mi pueblo, Piedrasluengas.
Tío Manuel, con sus lúcidos y lucidos 97 años, no había visto otra igual. He leído recordatorios de aquel episodio que, sin que se molesten, suenan a demasiado oficiales, con exceso de cifras.
Yo quiero recordar a otra gente. Al chaval de Lores que con su tractor abrió, para bajar a un enfermo, hasta donde la empresa subcontratada se había rendido. A José Abraham, con el que no pudo la nieve, pero nos le llevo la pandemia. A Abel de Areños, con rabia e impotencia al ver llegar una fresadora patinando y sin cadenas. A la gente de Redondo Arriba escalando neveros para ir a cebar las vacas a naves que los que gobiernan con zapato fino desde Valladolid, les echaron a medio km. del pueblo. A Irene, la farmacéutica de Pernía, embajadora, a través del perfil “Pernia Abandonada y Aislada”, de una realidad que no llegaba a la capital. A Belén, la panadera de Cantabria que llevó pan a mi pueblo cuando la Junta nos mantenía aislados. A uno de Castillería, no sé ni el nombre, que cuidó las yeguas de Altagracia para que no murieran de hambre. A los de mi pueblo, literalmente sepultados bajo una capa uniforme de más de cuatro metros, aislados de todo, que tardaban más de una hora en llegar a la cuadra con nieve hasta la barbilla. A tantos…
A dos amigos, de cuya amistad abusé, que hicieron lo que el corazón y la rabia me impedían hacer a mí. Paco Ramos, entonces Procurador del PSOE, que le hizo ver al Consejero de Fomento la gravedad de la situación y la necesidad de traer maquinaria de fuera, además de abrir al acceso a mi pueblo desde Cantabria. Y, cómo no, Domiciano Pastor, entonces Secretario General de la UPA, que cuando en Pernía se le necesita siempre está allí, un ángel de la guarda. Le dije, Domi o
empujamos o de esta gente no se preocupa nadie. Tú, como UPA te ocupas de apretar a las Administraciones y yo de que los medios dejen de mirar a la autovía y saquen la catástrofe que hay en Pernía. Así hicimos, más él que yo.
A los periodistas de Palencia, que conocía de mi vida sindical, a los que di la matraca. De esta casa, Alberto Calleja al que, como buen perniano, poco había que explicar y que dio voz a los vecinos. De Onda Cero, donde yo había colaborado, a mi amigo Abascal del Palentino, a Álvaro de la tele al que textualmente le dije: qué cojones hacéis con tanta autovía cuando el drama está en La Pernía…y allá se fue. A los de RNE, donde era tertuliano, a todos. Fueron el altavoz con el que empujar a los responsables políticos que desconocían casi todo.
Hable mucho con Chema Hernández. “Javi, ¿cómo ves la situación, que voy a ir a una reunión de coordinación y quiero saber tu opinión”. “. Pues de puta pena”, le resumí.
“¿Y qué se puede hacer?”, me dijo. Le puse deberes, cumplió todos, aunque la vida se les escapó por el camino. Además, le pedí que hablara con la gente, no solo con Alcaldes, para que vieran que no estaban solos. Esa noche, y otras, los tres vecinos de Piedrasluengas, recibieron una llamada del Presidente de la Diputación.
En mi pueblo ya no están ni Tomás, ni tío Manuel ni tía Andrea, ni Froilanín y ni Tino. Aguantan, superando inviernos, Beni, todavía yendo detrás de las vacas, y Olga, que a sus casi noventa, desde que se operó de cataratas, dice que la han salido arrugas. Oscar, Manolo y Altagracia siguen peleando con la nieve y las vacas. Ha venido Imanol, siempre presto a ayudar. Altagracia pequeña y Yolandita, las dos niñas que se asomaban a la ventana del primer piso, hoy son universitarias en León ¿quién sabe dónde las llevara el destino? Para todos ellos, dedico este comentario.