Hacinamiento, hambre y frío
En Medio de Abril edita un cuadernillo sobre el campo de prisioneros que albergó Aranda durante la Guerra Civil
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La sede de la AV Allendeduero albergó este viernes la presentación de este cuadernillo y otras 'reliquias' de esta página negra / Vicente Herrero
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Aranda de Duero
En Medio de Abril da un paso más en su labor pedagógica y su empeño en la conservación del patrimonio histórico con la edición de un cuadernillo sobre el campo de concentración que el bando golpista construyó en Aranda en 1937 en vista del número creciente de presos que iba capturando conforme avanzaba la Guerra Civil.
En lo que ahora son unas naves abandonadas, en los terrenos que ADIF tiene junto a la estación del Montecillo, durante varios años albergaron a varios miles de personas en un recinto de reclusión de paso mientras las tropas rebeldes iban ganando terreno hasta hacerse con todo el país.
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José María Rojas fue el cicerone de esta visita / Vicente Herrero
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José María Rojas fue el cicerone de esta visita / Vicente Herrero
El colectivo memorialista está llevando a cabo el primer sábado de cada mes desde octubre de 2023 visitas guiadas a estas instalaciones, que ofrecían al bando sublevado una ubicación ventajosa, al estar en un lugar óptimo para el transporte y las comunicaciones, pero lo suficientemente alejadas del frente para que quienes lo integraban no pudieran escaparse y cruzar a la otra línea de combate. Ahora ha dado este nuevo paso de editar, en colaboración con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y el Ministerio de Memoria Democrático, esta publicación de 16 páginas con interesantes datos y con algunas de las imágenes que se conservan del papel de estas instalaciones en esta página negra de la historia.
Aunque inicialmente se cree que este recinto estaba proyectado para albergar a unos 700 presos, posteriormente fue ampliado para 2.700, aunque en los momentos de máxima ocupación llegaron a estar hacinados hasta 3.590, según narra en un libro titulado ‘La memoria es un gran cementerio’Manuel Ibáñez Escofet, una de las personas que estuvieron recluidas, que relata que sobrevivían “rodeados de enjambres de chinches y pulgas”.
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El presidente de En Medio de Abril, aclara que, aunque no se trataba de un campo de exterminio, sí hay constancia al menos de que en él perdieron la vida 70 presos, de entre 16 y 45 años, como consecuencia de las condiciones lamentables en las que se encontraban albergados. “Esto no tiene nada que ver con el concepto de los campos nazis, sino que era un campo de prisioneros de guerra donde a la gente no se la tenían mantillas, pero tampoco creo que se las maltratara en cuanto lo que se refiere a palizas o unos malos tratos continuados, pero lo que había era hacinamiento, hambre y frío, como nos recuerda a Manuel Ibáñez, que llegó aquí en febrero del 39”, explica José María Rojas.
El cuadernillo recoge el listado de fallecidos con algunos datos, como la edad, la procedencia y la causa de su muerte, neumonía, tuberculosis o infecciones intestinales en su mayor parte.
Esta publicación explica que el campo tuvo la función de servir para albergar provisionalmente a los capturados por las tropas de Franco mientras se decidía su suerte, que podía ser devolverlos al frente pero cambiando de bando, trasladarlos a batallones de trabajos forzados o a otros presidios o recuperarlos para la causa franquista con un proceso de “reeducación”. Para esto último este recinto contaba con una capilla, donde el capellán Similiano Sánchez Fernández se encargaba de inculcarles los principios religiosos, sustento ideológico de lo que sería el nuevo régimen. El cuadernillo recoge algunas de las fotos de ceremonias de bautismo de los reclusos.
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Campo de concentración de Aranda / biblioteca nacional
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Campo de concentración de Aranda / biblioteca nacional
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Campo de concentración que el franquismo habilitó junto a la estación del Montecillo
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Campo de concentración que el franquismo habilitó junto a la estación del Montecillo
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Campo de concentración de Aranda / Biblioteca Nacional
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Campo de concentración de Aranda / Biblioteca Nacional
Para realizar esa clasificación era necesario acudir a las fuentes ‘fiables’ del pueblo de procedencia de los prisioneros y recabar los correspondientes informes. “Lo que hacían desde Aranda era solicitar a los ayuntamientos de donde procedían los antecedentes que esta gente pudiera tener, si habían pertenecido algún partido político, si habían participado en manifestaciones, si eran o no creyentes y, en fin, si van a misa, todas esas historias que entonces hacían y que con sumo placer contestaban el cabo de puesto de la Guardia Civil, el señor alcalde, que era a su vez el jefe de Falange, y el señor cura párroco; de estas personas en muchas ocasiones dependía la vida, la muerte, el encarcelamiento o no de estos hombres”, detalla Rojas.
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En Medio de Abril ofrece a los participantes de estas visitas guiadas un ejemplar de esta publicación como complemento a su paso por este recinto sobre el que esta asociación tiene puestas sus miras para llevar a cabo un centro de interpretación de la Memoria Democrática. Con este propósito, en su día inició los trámites para obtener los permisos necesarios del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, pero hasta ahora no ha encontrado visos de que los vaya a conceder. “Nosotros hemos ido cambiando nuestras peticiones, pero lo más que encontramos es silencio, aunque a veces el silencio es mejor que él ‘no’”; concluye.