García-Gallardo deja todos sus cargos en las Cortes de Castilla y León con críticas a la dirección nacional de Vox

El ex vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, ha anunciado a través de su cuenta en la red social «X» que abandona su cargo como portavoz en las Cortes autonómicas y renuncia a su escaño en el parlamento castellano y leonés. La distancia entre el político burgalés y la cúpula dirigida por Abascal se ha ido agrandando en los últimos meses, sobre todo, tras la ruptura ordenada del pacto con el PP ordenada desde Madrid. En el mensaje ha adjuntado un documento de tres páginas que encabeza explicando que siempre ha entendido la actividad política «como una renuncia», si se aspira a ejercerla «de manera virtuosa» tal y como, sostiene, ha pretendido y espera «haber conseguido». Y añade que «sin sacrificio es difícil ejercerla con la exigencia debida» además de apuntar que asumió «un sacrificio personal al entrar» y que, ahora, renuncia «voluntariamente» al salir. En este sentido manifiesta que participar en política con Vox «supone un sacrificio adicional». Asevera que «el establishment político y mediático» aplica «una vara de medir distinta a la de los miembros de otros partidos políticos». Así, puntualiza que «nadie dijo que fuera fácil, pero nunca he tenido un inconveniente con esa fiscalización». Además, señala que entró en política activa «con grandes dosis de ilusión y entusiasmo» en un «proyecto unido, pero ancho», en el que «existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas» una situación que considera «ha cambiado». En concreto, acusa a la dirección del partido de haber ido ocupando «cada vez más espacios en detrimento de los demás» algo que, indica, «no es necesariamente malo por sí mismo, a pesar de lo que dicen los entusiastas de la democracia interna absoluta y las primarias para la selección de los candidatos a cargos electos». García-Gallardo considera que el intento por acabar «con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera» y lo califica de «acción estéril que sólo conduce a la melancolía» para argumentar que «en lo que no cabe el conformismo es en la exigencia de una conducta ética a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos, en nuestro caso, VOX». Quien fuera número 2 de Alfonso Fernández Mañueco en la Junta de Castilla y León hace también alusiones al aspecto personal al rememorar que fue educado «para no caer en fanatismos ni idolatrías» y que aprendió en su casa «que los conflictos era preferible resolverlos de manera pacífica y discreta, siempre que fuera posible» por lo que, destaca, ha canalizado todas sus discrepancias con las decisiones de la dirección del partido, «cuando han aflorado», con «el mayor nivel de reserva posible». Llegados a este punto, aclara García-Gallardo que su decisión es «independiente» de la adoptada por «quienes han desafiado públicamente a la dirección del partido con exhibiciones de rebelión en Salamanca» o «constituyendo plataformas de afiliados para cuestionar decisiones relevantes de la dirección en política internacional». Referencias de quien pasa a ser militante de base a la reciente salida del Grupo Parlamentario de Vox en Castilla y León de dos procuradores que han pasado a formar parte del grupo de «no adscritos». De hecho, esta mañana estaba prevista una rueda de prensa de Gallardo para ofrecer detalles sobre la expulsión de Ana Rosa Hernando y Javier Teira, los dos representantes de la ultraderecha que se habían mostrado ya críticos con el rumbo de Vox. Una comparecencia que era desconvocada pocos minutos antes de su inicio y de que trascendiera esta decisión del ex vicepresidente castellano y leonés aunque él matiza en su mensaje que sus «discrepancias» con la dirección del partido no tienen que ver «con la forma de selección de los candidatos», ni «con la participación en uno u otro grupo político europeo». La decisión, recalca, «es personal e independiente». Y prosigue con otra afirmación que tiene que ver con los últimos «tres años» en los que dice haber sido «leal al presidente y a su equipo más próximo». Una lealtad que vincula a la «reciprocidad» y que circunscribe al programa político de VOX, «sin matices, al que espera poder seguir »contribuyendo a que triunfe, con mi humilde aportación, por el bien de España«. En este sentido apunta que »como ninguno somos imprescindibles, espero que el éxito electoral de VOX suceda pronto con la ayuda del resto de compañeros del partido y por el bien del conjunto de la sociedad española«. Pero, a renglón seguido, sostiene que »la necesidad urgente de un cambio en la política española no nos debe llevar a buscar atajos, ni a aceptar conductas que no compartimos. Termina su escrito con una cita de Tomás Moro: «si el honor trajese cuenta, todo el mundo sería honorable» que completa con una reflexión personal en la que indica que «en cuestiones de conciencia no cabe el cálculo, solo la acción firme y desinteresada, con respeto a las normas, especialmente para quienes pudiera parecer que no merecen ese amparo». Si hace justo tres años el presidente de Vox sonreía junto a García-Gallardo cuando, tras conocer los resultados de las elecciones adelantadas por Fernández Mañueco con la ultraderecha como tercera fuerza más votada y necesaria para que el PP mantuviera el poder en la Junta decía aquello de que «qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García-Gallardo», algo que, a la postre, se confirmó como un vaticinio preciso, la relación entre el abogado burgalés y la cúpula de Vox se ha ido deteriorando de manera considerable en estos 36 meses. De hecho, su posición como líder del partido en Castilla y León ya estaba muy deteriorada, según las fuentes consultadas por esta emisora, hasta el punto de que el peso de Carlos Pollán, presidente de las Cortes en virtud del mismo pacto con el PP que hizo vicepresidente a Gallardo, ha sido cada vez mayor a ojos de la dirección nacional. La ruptura de ese acuerdo en el verano de 2024, que supuso la salida de Vox de los gobiernos autonómicos que compartía con los populares, tampoco fue bien recibida por el ex vicepresidente que ahora, con un mensaje publicado el día de San Blas -por cierto, nombre de pila del hijo de Gallardo-, certifica que esa deteriorada relación ha llegado a su punto y final.

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Argumenta discrepancias con la dirección nacional del partido de Santiago Abascal

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