Molestia aparte

Aranda de Duero

A veces, todo nos molesta: los ruidos de la vecina, el piano del niño que aprende, el calor, el frío de la noche, el sol que nos deslumbra, los faros elevados del coche que viene de frente, el semáforo cerrado, el servicio lento del camarero, las colas a la puerta del comercio, el funcionario que se enrolla, la suciedad de las calles, el banco mojado del parque; y no nos damos cuenta de que detrás de cada hecho existe una realidad humana que justifica posiblemente, de una manera simple, ese hecho, suceso o actuación.

La comprensión se define como la facultad del ser humano para percibir las cosas y/o tener una idea clara de lo que sucede. Pero esta facultad tiene que venir acompañada de inteligencia y conocimiento. Siempre les he indicado a mis alumnos que una persona inteligente es la que busca soluciones a los problemas, no la que los crea.

Pues apliquemos esta facultad a los hechos, acciones que nos molestan y veremos claramente que esa molestia adquiere otra categoría mucho menos agresiva para nuestra psique, para nuestra vida.

Los ruidos-serán susurros, el piano-un teclado de esperanzas, el calor-un abrazo, el frío-la brisa, el sol-una caricia luminosa, los faros-esa advertencia firme para no desviarme, el semáforo-la espera necesaria para soñar, el servicio lento-un reposo del poeta, las colas-un encuentro con los otros, el funcionario-el mensajero de la ayuda precisa, la suciedad-una necesidad para cambiar y el banco mojado-el impulso para andar y no quedarnos fijos en nuestro padecer.

Y sin querer, como quien no quiere las cosas, habremos modificado nuestro enfoque, el punto de vista desde el que construir nuestra novela personal cambiando molestia por salud.

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En fin, todo un programa de vida en este 2025. No sé si será posible con lo que está cayendo. A mí me cuesta, aunque tengo que intentarlo. Un abrazo y feliz año para todos ustedes.