Consejos venden...

Aranda de Duero

La ministra de trabajo Yolanda Diaz, ahora tan afanada en imponer sin consenso la reducción de la jornada laboral, cada vez que pilla un micrófono la falta tiempo para dar consejos a los empresarios, en multitud de ocasiones diciendo que hay que subir los sueldos, cosa con la que nadie está en desacuerdo... Lo de subir los sueldos dicho así de pasada, para que la gente se quede solo con el titular populista y no entrando en la complejidad que hay detrás y de la que precisamente los que nos están gobernando ahondan, alentando a que solo hay derechos y no deberes a la hora de trabajar y recibir una contraprestación económica. En alguna ocasión ha dicho que con 1.545 € no se puede vivir dignamente. Nuestro presidente Sánchez, también se suma a la causa dando consejos en la misma línea en numerosas ocasiones, de la misma manera para que la gente se quede solo con el titular populista, que es lo que le conviene para sus intereses electorales.

El problema de todo esto es que quienes nos gobiernan tienen varias “empresas” a su cargo de gran tamaño, en donde no predican con el ejemplo, léase, Sanidad o Educación donde trabajan miles de personas a los que tienen con sueldos que rozan la vergüenza como pasa en la sanidad española, maltrecha precisamente por este tipo actuaciones, de las que son responsables los que nos gobiernan y los que nos han gobernado anteriormente. Pero les encanta hacer uso del dicho “Consejos vendo que para mí no tengo” …

Como es posible que un médico de la sanidad pública, que ha tenido que invertir 10 años de su vida en formarse, con el coste que además esto representa, tenga un sueldo base de 1.200 € y que para que pueda recibir una retribución digna tienen que hacer múltiples guardias de 24h que pisotean las normas de descanso en el trabajo. Si en una empresa privada esto se hiciera así, la ministra corta el cuello públicamente de cualquier empresa. Pero como donde pasa es en el sistema público en donde tienen a algunos trabajadores como si estuviéramos en país tercermundista y haciendo una tremenda hipocresía en relación con las exigencias que despliegan a las empresas.