Opinión

Futbolistas sí, inmigrantes no

La firma de Ángel Martínez

La firma de Ángel Martínez "Futbolistas sí, inmigrantes no"

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Aranda de Duero

La reflexión de esta semana vine a cuento de la decisión de VOX de no admitir el reparto de los niños emigrantes entre las comunidades autónomas y su relación con el triunfo de España en  la Eurocopa.

Quiero señalar que no entiendo de fútbol y que incluso no me apetece nada un deporte en el que se “agreden”, a veces, en exceso (es mi opinión). Pero he visto jugar con la selección a dos, casi niños, creo que se llaman Lamine, de 17 años; y Nico, de 22. Uno de ascendencia marroquí y otro de ascendencia ghanesa. No sé si los padres de estos niños, según VOX, tendría que haber llegado a nuestro país.

Les he visto jugar, abrazarse, luchar por nuestra camiseta, alegrarse con el triunfo,… ¿Por qué estos “niños” sí tienen derecho a ser españoles, a vivir y crecer en Cataluña y Navarra y otros muchos, que han llegado en patera, no pueden integrarse para conseguir una vida digna con su trabajo, aunque no sea de futbolista?

Seguramente, muchos de los votantes de ese partido se consideren cristianos y no entiendo cómo se integran ambos mensajes en un comportamiento sin producir brotes de esquizofrenia.

Creo que estos adolescentes que están llegando se pueden integrar, una vez realizados los estudios correspondientes, en innumerables profesiones que necesitamos cubrir por imperativo vital, de subsistencia como país y como pueblo.

Hagamos una sencilla reflexión, sólo humana, sin radicalismos ideológicos y dejemos que nuestra sociedad se abra a nuevas formas de ser y de pensar – de vivir- para construir un mundo donde todos tengamos cabida, sin distinción de “origen, raza, sexo, religión, opinión u otra condición personal o social” (artículo 14 de nuestra Constitución)

Decía el párroco de Santo Domingo de Aranda, hace un año, precisamente  en la festividad del santo, que éste intentó “llevar a la sociedad de aquel tiempo y del nuestro, la idea de que la iglesia es un espacio de diversidad , donde caben todas las personas, donde no hay que renunciar a nuestra forma de ser, porque Dios nos quiere como somos”.

Recojamos la Constitución, los Derechos Humanos, el sentido común o el evangelio (cada uno en lo que crea) y dejemos de inundar la vida ordinaria de odio y marginación y hagamos entre todos otro mundo diferente: abierto, solidario, fraternal y libre.

Un saludo y buen verano.

 
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