Kilómetros de fe: el misionero más viajero de la Ribera del Duero

Aranda de Duero

Son unos cuantos los misioneros que han nacido en la Ribera del Duero y que se han movilizado por el mundo. Uno de ellos ha coordinado durante años la acción misionera. "La misión es esencial en la iglesia; una iglesia que no es misionera no es la Iglesia de Jesús", explica Luis Ángel, que nació en 1960 en Adrada de Haza. "Todos debemos ser misioneros donde estamos, y Jesús nos lleva a estar presentes en todos los lugares. Pero hay una misión más universal, porque desde el principio, Jesús soñaba con que su buena noticia llegara a todos sus pueblos. Cada diócesis debe tener gente que tenga preocupación de salir a otras tierras para salir, ayudar y colaborar. Y ciertamente, hay que tener vocación", reconoce.

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Del norte de Burgos a Brasil

Ser misionero implica no mirarse al ombligo, y entregarse y colaborar con los demás. En Pernambucano, Brasil, Luis Ángel pasó 20 años de su vida. Y nunca se sintió solo. "Ahora que lo veo con mi madre, que está muy mayor, no me fui solo. Una parte del corazón de la gente se fue conmigo y yo me sentía unido a ellos. Y eso son misioneros, porque la implicación debe ser de todos", detalla. Su marcha fue un contraste. Del norte de Burgos, y hacer viajes con cadenas y palas para quitar la nieve, tras ocho años cambia su vida por un lugar en el que la temperatura no baja de 30ºC. "Yo llevaba ocho años de cura, y el mayor choque para mí fue la seguridad. Llegas a un lugar en el que comienzas de cero, no te entiendes, y no tienes ni coche. No había teléfono en la casa en la que estaba. Lo echas de menos, pero el tiempo te hace crear una nueva red cercana. Y durante todos estos años, he sentido su falta al regresar", detalla.

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Porque Luis Ángel regresó para presidir al resto de compañeros del IEME, una asociación de misioneros españoles compuesta por sacerdotes de distintas Diócesis de España. Pasó de estar en un lugar, a muchos. "He estado en Mozambique, Zimbabue, Zambia, o el lugar más pobre que encontré que es la República Centroafricana, donde hemos abierto una misión. El otro lugar es en la Amazonia peruana. Es el otro gran desafío, un mundo despoblado y con muchos conflictos", explica.

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Diferencias

Lo que también es una realidad, es que la fe se vive de forma diferente en cada lugar, aunque cabe decir que en los últimos años ha nacido una vertiente común que bajo los ojos de este misionero, es un error. "A veces parece que quieren romanizar, y ese no es el camino que debe seguir la Iglesia. El mismo sentido de la fe se tiene que vivir en cada cultura y realidad", comenta, haciendo hincapié también en la ecología. "Se trabajó mucho en Brasil, y tras el paso de Bolsonaro, está volviendo esa idea de cuidar de la casa de todos. La Iglesia de Brasil ha hecho campañas sobre el medio ambiente, porque dependemos de él", añade.

Luis Ángel cree que la Iglesia "es como nosotros: santos y pecadores, hacemos a veces burradas y cosas mal; el Papa ha pedido perdón muchas veces, pero desde que yo conozco la Iglesia, me he encontrado a mucha gente comprometida con los que sufren, y mala voluntad no he visto".

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Regreso

El 15 de julio Luis Ángel vuelve a Brasil. "Allí ya tengo una familia porque la fe crea relaciones y lazos. Pero es verdad que tu familia y amigos cuesta alejarse. Y sí es verdad que en salud y otras muchas cuestiones, es importante. Y hay que valorarlo", sentencia, explicando que hay misioneros que hacen ese camino inverso. "Ahora la cosa está parada y lo quieren retomar. La Iglesia tiene una tarea inmensa aquí y debemos aportar", sentencia.

La charla al completo puede reproducirse en el audio superior.

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