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Opinión

Nulla victoria

Rafa Gallego

Rafa Gallego

León

En una serie de televisión que me ha recomendado mi hija dice el protagonista que el lema de su familia es “Non sine pericolo”. Yo no sé mucho latín, pero apuesto a que ese lema no es muy ortodoxo. En cualquier caso, habla de algo que me interesa: la idea de que, en general, los éxitos que alcanzamos no son posibles sin riesgo. Nulla victoria sine sacrificio est. En estos días en los que tenemos el ajedrez por toda la ciudad, advierte esta máxima en la que se nos recuerda que en toda victoria debemos asumir el riesgo de la pérdida. Enfrentarse a cualquier obstáculo comporta un riesgo que debemos asumir y en ocasiones hace falta un sacrificio de dama para alcanzar una posición ventajosa.

Diría que lo que cuenta es ajustar el sacrificio. En el ajedrez es fácil. No importa la calidad de la pieza que sacrificamos si eso nos permite una ventaja frente a nuestro adversario. En la vida ese principio es, desde mi punto de vista, inadmisible, porque la vida no pretende un jaque mate al contrincante. Por eso no vale todo en las guerras, por eso no es asumible cualquier sacrificio, por eso, en muchas ocasiones, perder es ganar, porque lo que habría que hacer para poder ganar es moralmente inasumible y es preferible perder.

Pero déjame que te hable de algo que estoy viviendo estos días muy de cerca. Verás, uno se da cuenta de que cada decisión que toma comporta un riesgo, pero de lo que no se da cuenta uno es de las pocas decisiones que realmente toma. La mayoría de las decisiones que crees haber tomado te han venido dadas: siempre has hecho lo que te parecía natural. Lo natural era estudiar eso que estudiaste o directamente empezar a trabajar lo antes posible, porque era lo lógico en tu caso, como fue lo lógico después, tal vez, tener una pareja, educar unos hijos, atender todo lo que la lógica de tu responsabilidad te ha obligado a atender. Y se te ha metido en la cabeza con tanta fuerza que eres tú quien ha tomado esas decisiones, que hasta te hablas diciéndote que no has hecho otra cosa que cometer errores.

Para cometer errores necesitas tener la oportunidad de decidir y esa oportunidad que tú ves tan clara, yo no la veo. Fíjate que yo también he hablado mucho de mis errores y creo que ese sí que es un error fundamental. Me lo está haciendo ver ahora esta idea de que no hay victoria sin sacrificio y que el riesgo está en lo que hacemos, solo que no termino de encontrar la responsabilidad. Es lo que pongo de mí, lo que me quito, lo que sacrifico para que lo que me preocupa mejore, lo que me da la victoria.

Pero mira una cosa, las palomas mensajeras nunca llevan mensajes: solamente los traen. No saben ir, solo volver. Para que una paloma traiga un mensaje hay que llevarla primero al lugar desde el que nos vendrá. Alguien la tiene que sacar para que vuelva al palomar y traiga las noticias que se esperan. Es una jugada de ajedrez. Una jugada maestra: ir, para poder volver. No sin sacrificio.

 
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