Sociedad

Historias de Salamanca. San Juan de Sahagún le quitó su templo a San Mateo

La iglesia patronal se levantó sobre los restos de la medieval y empleando sus piedras, al igual que las de Santa Eulalia y San Justo, de la misma época.

Salamanca

La referencia más visible del recuerdo del patrono de Salamanca, San Juan de Sahagún, en Salamanca es –sin duda—su templo parroquial. Si quiera por sus proporciones monumentales.

Historias de Salamanca 7 junio 2024

05:59

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La iglesia de San Juan de Sahagún ocupa el espacio en el que estuvo la de San Mateo, templo que se remontaba a los tiempos de la repoblación, y dio lugar a la Plaza de San Mateo, que se convirtió en la actual Plaza de San Juan de Sahagún.

De la existencia del viejo templo medieval queda una calle de San Mateo y algunas de sus piedras, que sirvieron para construir el nuevo templo, al que fueron a parar también las piedras de las iglesias de Santa Eulalia y San Justo.

Lo de reciclar ya estaba, entonces, de plena actualidad.

La construcción del nuevo templo fue un empeño del obispo de la época, fray Tomás Cámara, que era –como el patrono de Salamanca—agustino. Una decisión que propone casi recién llegado a Salamanca: tomó posesión del obispado en 1885, y en 1891 bendice la primera piedra. Aquella primera piedra se coloca y bendice el 1 de marzo de 1891 con importante presencia de vecinos y autoridades, que rodean la valla que señalaba el perímetro que tendría el nuevo templo.

Y además, entonces, el obispo era una persona querida en Salamanca, pero también muy temida: tuvo su más y sus menos con algunas figuras progresistas de la ciudad.

Las obras del nuevo templo se desarrollan entre 1891 y 1896, cinco años, durante los cuales se va levantando un edificio bajo la dirección del arquitecto Joaquín de Vargas Aguirre en el que se van a mezclar elementos románicos, góticos o clásicos, eso que entonces estaba de moda y se conoce como estilo ecléctico, cargado de “neos”. No sabemos si Vargas Aguirre, devoto del modernismo, llegó a proponerle al obispo una iglesia modernista como la Casa Lis o el Mercado Central.

En fin, que podríamos tener una especie de Sagrada Familia en Salamanca.

El 13 de octubre se consagra el nuevo templo.

Para la ocasión viene a Salamanca el nuncio, monseñor Cretoni, lo que revoluciona al vecindario. Viene en tren, es acompañado por coches y ciudadanos, protagoniza una gran recepción oficial en el Palacio del Obispo y forma parte de la procesión que, por la tarde, acompaña los restos de San Juan de Sahagún desde la Catedral al nuevo templo, con la banda sonora de la Banda del Hospicio. Toda la ciudad estuvo presente o en la procesión o en la iglesia, donde los guardias tuvieron que organizar la entrada al templo, en el que no cabía ni un alfiler. En la ceremonia, el obispo de Jaca dio un solemne sermón. Tenía delante al nuncio, y había que lucirse.

Así se consagró el templo patronal, la iglesia dedicada a San Juan de Sahagún, con su alta aguja, que perdió hace años el San Jorge que adornaba la veleta, y los relieves de su portada que recuerdan dos episodios de la vida del patrono de la Ciudad, el milagro del Pozo Amarillo y la Pacificación de los bandos salmantinos, obra del escultor Aniceto Marinas, que años más tarde realizaría la escultura del Padre Cámara, obispo, promotor del templo y mecenas del artista, emplazada primero en Anaya y después junto al Palacio Episcopal.

 
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