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Historias de Salamanca. Julián Sánchez, el guerrillero que volvió loco a Napoleón y Fernando VII

"El Charro" pasó sus últimos días en Etreros, de donde se trasladaron sus restos en 1980 a Salamanca, donde fueron recibidos con honores antes de su marcha a Ciudad Rodrigo

Salamanca

En 1774 nadie suponía, ni podía suponer, la que se le venía a Europa con el nacimiento –unos años antes—de Napoléon Bonaparte.

Historias de Salamanca 3 junio 2024

05:30

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Claro que este tampoco podía suponer los dolores de cabeza que le daría un salmantino nacido el 1 de junio de 1774 en el pueblo de Muñoz, cerca de Ciudad Rodrigo, que alcanzaría fama como guerrillero en la llamada Guerra de la Independencia: hablamos de Julián Sánchez, El Charro.

Estaba el buen Julián Sánchez retirado de los asuntos de las armas y las guerras, después de haber formado parte del Regimiento de Infantería “Mallorca” en el sitio de Cádiz, en 1805, cuando llegó 1808, la invasión de España y las tropas de Napoleón haciendo de las suyas, así que se presentó en Ciudad Rodrigo a batirse con quien hiciera falta.

A pie, a caballo, con sable o a cañonazos.

Julián fue poco a poco adquiriendo fama y prestigio en aquellos días, pero también hombres a su cargo con los que formó una unidad: los conocidos “lanceros de don Julián”, que dieron guerra, mucha guerra a los franceses emplazados en Salamanca para alegría de sus paisanos y admiración del propio Wellington. Aquella partida se convirtió en regimiento y luego en brigada, y don Julián pasó a ser brigadier con sus entorchados.

Ya sabemos que José I, alias Pepe Botella, hermano de Napoleón, debió salir a la carrera de España dejando en Vitoria parte del botín que pretendía llevarse de nuestros tesoros nacionales, y que llegó Fernando VII, llamado el Deseado, aunque después le llamaron muchas cosas, entre ellas “canalla”.

Don Julián era de los llamados liberales, así que no lo tuvo fácil con Fernando VII en el trono, sobre todo cuando se enfrentó a los Cien Mil Hijos de San Luis, que las monarquías absolutas de Europa enviaron a España a reforzar a Fernando VII.

El guerrillero salmantino fue desterrado a Etreros, Segovia, donde murió el 18 de octubre de 1832.

En su funeral estuvieron algunos de sus lanceros con los raídos uniformes de aquel pasado glorioso. El “Charro”, como se le conocía, fue enterrado con una espada que Wellington le regaló y tenía cuando fue exhumado por primera vez. La segunda, en 1980, fue más difícil de identificar.

No podía ser que una gloria del pasado y de la Guerra contra el francés, paisano salmantino, descansara olvidado lejos de su tierra, así que el Ayuntamiento de Salamanca emprende su búsqueda. Un colaborador de esta emisora, Antonio Saldoval, dio la voz de alarma, que secunda el concejal Luis Calvo Rengel y el alcalde, Jesús Málaga.

La expedición charra se planta en Etreros y el 2 de febrerode 1980 a primeras horas de la tarde se encuentran sus restos.

Aquellos restos del insigne guerrillero y liberal, descansan en la Torre del Clavero, que sirve de panteón durante un tiempo, no sin antes recibir merecidos homenajes militares en la Plaza Mayor de los que forman parte las tropas de su cuartel, el cuartel de Julián Sánchez el Charro, el 30 de mayo de 1981. Fue una ceremonia solemne, que terminó en la Torre del Clavero, donde estuvo algunos años. Vecinos de Muñoz reclamaron los restos de su paisano, que terminaron por descansar en la catedral de Ciudad Rodrigo, ciudad a la que sirvió en aquellos días de 1808.

 
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