Opinión

Un primero de mayo en blanco y negro

La Firma de Borja Barba

Un primero de mayo en blanco y negro

Un primero de mayo en blanco y negro

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Palencia

Me asomo con curiosidad a una vieja foto que alguien ha tenido a bien enviarme por email. En ella, y algo difuminado por los arañazos del tiempo, se puede ver a un desordenado grupo de niños en pantalón corto, muy corto, encabezando una comitiva a la que precede un abanderado con la enseña nacional. Tras él, una elegante y uniformada banda de música a la que sigue una cuantiosa muchedumbre encorbatada y bien aliñada. Por las vestimentas y las hechuras, concluyo que la fotografía se tomó en algún momento de principios de los años 30 del pasado siglo.

Me gustan las fotos antiguas y por eso, de cuando en cuando, algún alma caritativa se acuerda de mí y me envía mi particular dosis de metadona en forma de archivo JPG. Y me gustan porque me hacen ser consciente de la insignificancia del tiempo que vivimos. De que antes de nosotros, mucho antes incluso, hubo otros. Y de que después, mucho después, vendrán otros distintos. Que pisarán las mismas calles y sentirán las mismas angustias, alegrías y pesares, solo matizadas por ese filtro invisible que es el progreso. Y aunque ya no haya haluro de plata ni película sensible a la luz, serán recogidos en un sensor fotográfico con muchísimos megapíxeles, impersonal encargado de la supervivencia de los testimonios gráficos.

A veces me pregunto si mi manera de ver el mundo pertenece a esta época. Si ese empeño, que les confieso infructuoso, por detener las revoluciones de la centrifugadora del día a día y por detenerse en el detalle es apropiado en esta vorágine existencial en la que nos hemos autoconfinado, más por obligación que por deseo.

La fotografía antigua de la que les hablaba al principio no sólo tiene un cuándo. También tiene un porqué. Y un quiénes. Recoge para la eternidad la procesión con la que la por entonces recientemente constituida Sociedad Obrera de Socorros Mutuos “La Saldañesa” honraba a San José Obrero el primero de mayo. Y es de una importancia capital porque pone de manifiesto la relevancia de la ya centenaria institución saldañesa en la sociedad de la época. Una institución que establecía un sistema de previsión social para aquellos trabajadores que cayesen enfermos o incapacitados, mediante cuestación popular entre sus socios y patrocinadores. Todo ello de manera pionera: cuatro décadas antes de la constitución del actual sistema público de Seguridad Social. Dejándonos claro, de manera modesta pero eficaz, para qué sirve la solidaridad sin necesidad de manosear el término y convertirlo en eslogan publicitario. Unas vidas, unas costumbres y un contexto social circunscritas en un instante, el del disparo de la foto. Para dejar testimonio de lo que fuimos y tener constancia de lo que somos.

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