Sociedad

Historias de Salamanca. El secreto del busto del comunero salmantino Maldonado

El autor de la escultura pudo "colar" al Ayuntamiento de Salamanca la de un frenólogo cordobés que tenía almacenada y retirada

Salamanca

El comunero Francisco Maldonado terminó sus días ajusticiado en Villalar el 24 de abril de 1521 después de la derrota de los comuneros por las tropas de Carlos I, cuyo reinado hizo lo posible e imposible por borrar su memoria más allá de despojarle de sus bienes.

Historias de Salamanca 19 abril

03:46

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El recuerdo de los comuneros era incómodo y sólo alguien que se movía muy bien en la incomodidad, Miguel de Unamuno, les recordó con emoción, contundencia y públicamente al tiempo que proclamaba la República en el balcón del Ayuntamiento. Aunque unos años antes otro salmantino, concejal del Ayuntamiento, Blas Santos Franco, tuvo la iniciativa de hacer permanente ese recuerdo. Así nació el monumento a Maldonado.

Desde el Ayuntamiento de Salamanca, aprovechando la conmemoración de los cuatro siglos de la derrota comunera, el concejal Santos propone el monumento y también algún recuerdo en el callejero.

El primer paso: buscar escultor.

El elegido es Juan Cristóbal, el mismo que había hecho el monumento a Gabriel y Galán. Monumento que –por cierto—no gustó a todos.

Juan Cristóbal acepta el encargo, pero también otros muchos con lo cual el plazo se viene encima, las autoridades salmantinas le apremian y el escultor les coloca un busto de alguien parecido a Maldonado, que tenía en un rincón del estudio. Se trata de un frenólogo cordobés, cuyo busto no había sido recogido. Y como no había retrato fiable de Maldonado, cualquiera podría serlo.

El busto del frenólogo cordobés convertido en Maldonado viaja a Salamanca. Se expone en el Ayuntamiento antes de trasladarlo a la Plaza de Los Bandos, que es el emplazamiento elegido. La demora impide que el descubrimiento de la escultura tenga lugar en la fecha más adecuada, es decir, el 23 de abril de 1921, y en su lugar se celebra el 23 de octubre. Pero, eso sí, con toda pompa y boato.

Música y discursos vibrantes adornan aquella jornada. El busto es enmarcado en un arco triunfal y cubierto con un paño morado que se descorre en el momento de la inauguración entre aplausos.

Dentro de la Plaza de Los Bandos el monumento se mueve varias veces con motivo de diversas obras. Por ejemplo, en 1953. Aunque hubo un traslado definitivo que le llevó más lejos, hasta el alto del Rollo, al final del llamado Paseo de Comuneros, donde queda emplazado con otras esculturas. Fue en el año 2004. Y allí permanece.

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