Del Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León

Palencia

Una columna periodística es un instrumento de alta precisión. Se trata de condensar la idea en los caracteres o el tiempo asignados por los que mandan. Ni unos pocos caracteres de más. Ni unos segundillos de tiempo añadido por los cambios o por la intervención del VAR, que el tiempo es el que es y en la radio se paga a precio de metal precioso. Una columna de opinión tiene que estar sujeta a estrictas limitaciones para resultar plena y efectiva. Como quien se ve obligado a embutir sus lorzas en una faja para lucir en su mejor estampa y no pasar desapercibido entre la muchedumbre.

Algo similar puede aplicarse a la fotografía, manifestación artística de la que quien les habla es concienzudo aficionado y practicante. Porque plasmar una idea o un sentimiento, o permitir al espectador trasladarse a situaciones, momentos, escenas o lugares en los que nunca estuvo, y hacerlo encorsetado en las restricciones de un espacio plano, inanimado y silencioso como una foto exige un pulso de relojero. Y una sensibilidad escogida. Aunque hayamos perdido el romanticismo de la fotosensibilidad de la plata.

Les cuento esto al hilo de la inmejorable oportunidad que se nos presenta en Palencia para poder disfrutar de la expresión creativa y artística de varios fotógrafos de primerísimo nivel en la IV edición del Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León, que se celebra en diversos escenarios de la capital palentina entre el 17 de este mes y el 15 del próximo mes de mayo. Acercarse a los que más saben siempre ha sido un deporte de riesgo. Por un lado, uno disfruta rebozándose en el virtuosismo ajeno como un gocho en un patatal. Pero, por otro, uno siente de pronto la levedad de su propio ser y lo insignificante que resulta su esfuerzo por aprender y mejorar en comparación con el derroche creativo de quien ha alcanzado ya la cima. Porque ya quisiera yo, mortal aficionado y eterno aprendiz, haber sido tocado por la varita mágica como lo fueron Gerry Johansson, Richard Long, Enrique Carbó o Lúa Ribeira, presentes en esta muestra, en lugar de haber sido agraciado con este increíble y envidiable talento innato para perder el tiempo del que hago gala a diario y sin sonrojo.

Y no quisiera cerrar esta columna, que espero que haya sido lo suficientemente precisa como para que ustedes hayan logrado extraer con pulcritud la idea concreta que les pretendía transmitir, sin animarles, palentinas y palentinos, a que visiten la muestra fotográfica y todas las actividades programadas en torno a la misma. Que la inversión y el esfuerzo que implica para los organizadores tengan retorno y merezcan la pena en cuanto a repercusión social y trascendencia en la vida cultural de la provincia. No lo olviden: siempre hay que arrimarse a los que más saben.