Opinión

Barruelo, hijo de la hulla

La Firma de Borja Barba

Barruelo, hijo de la hulla

Barruelo, hijo de la hulla

03:23

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Palencia

Antes de nada quiero disculparme de forma preventiva ante ustedes si perciben mi voz algo afectada en esta intervención. Una serie de imprevisibles sucesos acaecidos a última hora de la noche de este sábado en Sevilla, y que por desgracia no suelen darse más allá de cada cuatro décadas, me tienen algo convaleciente de las cuerdas vocales.

Dicen que la magia de la literatura consiste en que si uno lee que está lloviendo, sienta que se moja. Y algo similar podría extrapolarse a una audio columna como esta. Porque si yo les cuento que una fina lluvia, entremezclada con la neblina que se descuelga perezosa desde la Sierra de Híjar, me recibe a la entrada del valle de Santullán, ustedes deberían de estar ya percibiendo sobre sus cabezas la humedad que, aplicada con la minuciosidad de un entomólogo, empapa calles y costanillas de Barruelo de Santullán.

Barruelo es humedad y es herrumbre. Es vegetación desbordante y espontánea creciendo por cada esquina y es el río Rubagón, alborotado por la alegría del deshielo primaveral, repicando entre las piedras. Es un puñado de tejados amontonados contra la ladera salpicados de escalinatas que hacen posible lo imposible. Porque Barruelo son barrios, que se levantan sobre otros barrios, que a su vez se levantan sobre otros barrios. Y eso ya arroja muchas pistas no ya sobre lo que es, sino sobre lo que llegó a ser la localidad norteña y sus más de ocho mil habitantes a mediados del pasado siglo.

Porque Barruelo, además de todo lo que ya hemos apuntado, también es una amalgama de hogares que destilaron prosperidad y hoy cuelgan carteles de ‘Se vende’. De industrias cerradas y de cristales rotos. Es una sucesión de altares domésticos improvisados, que mantienen en dura pugna el fervor popular recibido por Santa Bárbara y por la Virgen del Carmen. Es además un paisano, ya entrado en años, que se afana en preparar leña vestido con un viejo y desgastado buzo en cuya espalda aún se puede leer un acrónimo que todavía despierta recelos y añoranzas en la zona: UMINSA.

Barruelo es hijo de la hulla e historia de la provincia de Palencia. Es un pueblo empeñado en vivir póstumamente y que busca reinventarse sin perder de vista un pasado, iluminado por el brillo del carbón y por un subsuelo cómplice de la riqueza, en el que fue envidia de la región. Tratando de huir del vacío de los pactos incumplidos y de hacer habitable la espera a los trenes que nunca llegan, Barruelo quiere fertilizar sobre sus oscuras y profundas cicatrices mineras el embrión de un futuro esperanzador. Un futuro construido sobre el grisú, la lucha obrera y decenas de historias que contar.

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