El Papa Francisco
Las Claves del párroco solidario del barrio de San Antonio y Grijota (Palencia), Pedro Brouilhet
Palencia
Durante los últimos años escucho a mucha gente comentarios como estos: “A este papa le entiendo. Es un hombre bueno, sencillo, evangélico, crítico… Me encanta verle con sus zapatos negros. Sonríe con naturalidad. Habla desde las preocupaciones de los hombres y mujeres de hoy. Ilusiona a los creyentes e interroga a las personas más alejadas. Es un nuevo Juan XXIII… No sólo habla con la Palabra, sino con los hechos. Es un hombre de Dios. Y hasta dice que es pecador. Reconoce sus errores del pasado, con lo que eso nos cuesta a todos.”
Desde la calle y desde la gente sencilla y humilde con quienes vivo, las palabras del Papa Francisco y, sobre todo, los gestos de cercanía a la gente más miserable, resultan cercanas y esperanzadoras. Es como una religión que habla su mismo lenguaje.
En fin, hablamos de una Iglesia que proclama la Buena Noticia del Evangelio de Dios; que es movida a la misericordia por el sufrimiento del otro; una Iglesia del buen pastor que acompaña, comprende, anima; una Iglesia que valora los carismas y ministerios; que propicia la participación activa de laicos y laicas en su vida y misión.
Francisco coloca a la Iglesia en la cresta de la ola de la credibilidad y de la autoridad moral. Me uno al Papa, a su magisterio y tarea. Nunca entenderé, ni compartiré lo escuchado hace unos días en algunas redes sociales.