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Un grupo de ladrones que robó en varias tiendas de Valladolid, condenados a penas que, en conjunto, suman más de 26 años de prisión

Los hechos tuvieron lugar entre enero y febrero de este año

Imagen de los juzgados de Valladolid / Álvaro Hernández (CADENA SER)

Imagen de los juzgados de Valladolid

Valladolid

El Juzgado de lo Penal número 3 de Valladolid ha condenado a tres individuos, con edades comprendidas entre los 52 y los 42 años, a penas de prisión que, en conjunto, llegan a los 26 años por la comisión de seis robos con intimidación cometidos en sendos establecimientos comerciales de Valladolid entre el 8 de enero y el 16 de febrero de 2023. Según consta en la sentencia a la que ha tenido acceso la Cadena SER dos de ellos se repartían la comisión material de los delitos mientras que el otro llevaba a cabo, sobre todo, tareas de vigilancia y comprobación tanto de los locales asaltados como del entorno en el que se situaban.

Para el principal acusado se suma la agravante de reincidencia ya que había sido condenado con anterioridad por la Audiencia Provincial de Madrid como autor de un delito de robo con violencia o intimidación en febrero de 2016 y en junio de 2013 por el Juzgado Penal nº 17 de la capital madrileña como responsble de dos delitos de robo con violencia. Se tiene en cuenta además la atenuante de drogadicción, que también se aplica para otro de los integrantes de este grupo. El juzgador "no discute el consumo de estupefacientes poliadictivo al mezclar hachís con heroína y cocaína desde una edad muy temprana que ronda los 15 años de edad". De hecho, durante el juicio ha quedado acreditado que parte del botín obtenido se destinó a la compra de sustancias estupefacientes. Ambos, además del tercer 'socio' permanecían en prisión provisional por los hechos objeto de esta sentencia.

Además, se impone el pago de indemnizaciones a todos los perjudicados por los robos, tanto los particulares como las aseguradoras que suman un total de 21.000 euros.

“Dame todo el dinero que hay en la caja, no se te ocurra pulsar el botón del pánico”

El primero de los delitos tuvo lugar poco antes de las nueve de la noche del 8 de enero de 2023, en el estanco situado en el número 15 de la calle Duque de la Victoria. El que, a la vista de lo sucedido, actuaba como principal 'cabecilla', con su rostro ocultó por una mascarilla y un gorro de lana, se dirigió a la personas que estaba detrás del mostrador. Tenía una mano metida en la cazadora para simular que le apuntaba con un arma. "Sé que tienes más dinero detrás, coge una bolsa, ve y dámelo, pero antes baja la verja de la entrada”, lo que hizo la trabajadora. Tras conseguir la apertura de la caja fuerte del local, el acusado se apropió de 8000 euros.

Trece días más tarde, el 21 de enero, sobre las 14:00 horas, el mismo individuo volvió a entrar en otro comercio. Esta vez en un la calle Villanubla, número 13. De nuevo, con el rostro oculto, esta vez mediante una capucha y una braga negra. Armado con un cúter, lo acercó al costado de la dependienta a la que amenazó. Además de robar el contenido de la caja registradora, y de manera casi idéntica al primer asalto, hizo saber que estaba al tanto de que había más dinero en la trastienda. Fue obligada a apagar el móvil para no llamar a la policía. Lo lanzó a un altillo y, además, obligó a la mujer a darle 30 euros que ella llevaba en su cartera. En total, se apoderó de 539 euros.

Ese mismo mes, el día 30, a las ocho menos cuarto de la tarde, tuvo lugar el tercer robo, este con la participación de los otros dos condenados. El autor material de los dos hechos delictivos anteriores, también protegido por una braga oscura y guantes, acompañado por otro integrante del grupo que portaba con gorro, gafas de sol y braga oscura, accedieron a otro estanco, este ubicado en el número 19 del Paseo de San Vicente. El tercer componente permaneció fuera, vigilando la entrada e impidiendo que los viandantes accedieran o bajaran la verja para retener a sus compañeros. Uno de ellos accedió al mostrador y de forma intimidatoria le dijo a la trabajadora que le iba robar. Otro bajó la verja y vigiló desde la puerta. Ante la insistencia de los atracadores, les entregó el dinero que estaba guardado en las diferentes partes del almacén en una caja fuerte sin cerrar y en la caja registradora, un total de 8000 euros.

Una semana después, el 6 de febrero, los tres encausados, "de común acuerdo", como insiste la sentencia, acudieron esta vez a un Establecimiento de Loterías sito en la Calle Alamillos número 9. Pasadas las cinco y media de la tarde, el encargado de las tareas de vigilancia entró con el pretexto de chequear un boleto. Conversó brevemente con la persona que atendía al público y salió a la vía pública para controlar el entorno. Dos minutos después, también con su cara y manos cubiertas, los autores materiales arrinconaron al propietario al que conminaron a entregar el dinero de la caja. El hombre se negó a que accedieran a la trastienda y, en ese momento, se produjo un forcejeo. Derribó a uno de los asaltantes aunque fue golpeado por él y por su compañero. En cualquier caso, consiguió que se marcharan.

Cinco días aguardaron para dar el siguiente 'golpe' que, por tercera vez, fijaba su escenario en otro estanco. También a plena luz del día, poco después de la una de la tarde, de nuevo el 'líder' del grupo entró en el situado en la Calle Hernando de Acuña. De forma intimidatoria se dirigió a una trabajadora a la que espeto: “te voy a robar, si haces lo que te digo no te voy a hacer daño”. Es llamativo que, como relata la resolución judicial, siguió con su conducta de forma disimulada incluso tras el acceso de algunos clientes al establecimiento, haciéndose pasar por el dueño o encargado que recogía la recaudación. Posteriormente obligó a la empleada a acceder a la trastienda y la caja fuerte. Además de los 3.325 euros en metálico, en este caso también sustrajo dos cartones de tabaco.

El último robo tuvo lugar el 16 de febrero. Una persona desconocida y no reconocida, accedió a una tienda de electrodomésticos la Calle Abierta número 2 en otro robo con violencia y con mayor tensión que en los anteriores. El autor, que ocultaba su cara con "gorro y braga oscuros" pasó un brazo por encima de la nuca de una clienta que estaba siendo atendido por una dependienta. Le puso un dedo de la otra mano en el cuello mientras ordenaba que le dieran "todo el dinero que tengáis". Mensaje que añadió con un "tranquilas, no os voy a hacer nada”. La trabajadora le respondió que le iba a dar nada, momento en el que el encausado soltó a la clienta y se encaró con ella. Cuando vio que su víctima se dirigía a la calle para solicitar ayuda, el asltanta, para impedirlo y "guiado por el ánimo de atentar contra su integridad física" le propinó un fuerte puñetazo en la cara. Salió en su defensa la clienta, que fue empujada al suelo. El atracador huyó sin lograr su propósito.

"Descaro asombroso"

En cuanto al desarrollo del juicio, destaca en la lectura de la sentencia como el letrado defensor del principal condenado -12 años y 30 meses de prisión- quedó "sorprendido" por la actitud de su cliente que, después de rechazar el pacto que se le ofrecía por las acusaciones las que se enfrentaba, declaró que se reconocía autor de uno de los robos con intimidación, en concreto, el registrado en el barrio de Parquesol.

El juzgador incluso trata de "encontrar explicación a este comportamiento procesal del acusado" y apunta a que la solución quizás se encuentre en lo que dijo en el turno de la última palabra: pretender hacer creer al juez "que se es tan honesto ante el Tribunal que se está dispuesto a reconocer lo que se ha hecho", pero en argot delictivo, o “a comerse lo que no es suyo”. Como estrategia, dice el magistrado, "podría ser plausible" pero al reconocer este hecho el "enorme esfuerzo" desplegado por su letrado para conseguir sembrar dudas sobre las pruebas practicadas o sobre la actividad policial resulta "vano". Y añade que "agradece enormemente" el reconocimiento de este robo porque gracias a ello desaparece cualquier duda que pudiera existir sobre otros cuatro por los que ha sido condenado.

Existen, además, grabaciones con voz en este establecimiento de Hernando de Acuña que prueban el "descaro" del acusado al actuar, que es definido como "asombroso". Así, se detalla que la víctima queda paralizada al entrar lo que creía un cliente por detrás del mostrador y advertirle de que nada malo le va a pasar si hace lo que se le dice, no sólo entregar el dinero de la caja sino también el que haya en la trastienda, incluidos dos cartones de tabaco. Actuan a plena luz del día y como se puede ver en la grabación -que dura una hora- el trasiego de clientes es constante y fluido, y cuando el acusado llega al interior lo hace ya con una idea preparada: hacerse pasar por el jefe de la empleada que ha acudido la recaudación, saludando a los clientes con total normalidad mientras se guarda el dinero y le pide a la víctima que le vaya preparando el arqueo de caja.

La sentencia n no es firme y frente a la misma cabe recurso de apelación ante a Audiencia Provincial en el plazo de 10 días, excepto en el caso de uno de los delincuentes, el que actuaba como vigilante. que cobra firmeza al haber alcanzado un acuerdo de conformidad con las acusaciones.

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Mario Alejandre

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Cuenta lo que pasa en Valladolid y en Castilla y León desde que se incorporó a la SER, en el verano...

 
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