Las iras de Gallardo
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La opinión de Ángel Santiago Ramos (9/11/2023)
León
La conducta del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, es todo un despropósito casi desde cualquier punto de vista que se observe. Sus histriónicas declaraciones públicas y sus credos políticos conforman un mediocre e insultante personaje del gobierno regional.
Graduado con éxito académico en la carrera de Derecho, sin embargo, el despacho familiar de abogados no debió considerar -por la razón que sea- su integración en el mismo. A lo que estamos observando no se han perdido nada. Las luces de este muchacho son bastante más cortas que su deslenguada aptitud.
Gallardo es un peligro público al que, sin embargo, le pagamos un generoso sueldo institucional para que llene de porquería fascista la calle, los despachos gubernamentales y el mismísimo parlamento regional.
Salvo que no tome la medicación adecuada, ni Puigdemón, ni la ley de amnistía, justifican la ira y los odios que con suma frecuencia vomita este pequeño Cid Campeador burgalés. Hace falta mucho serrín en la cabeza, ningún decoro y mucha maldad en las tripas para abanderar un racismo tan animal.
Esta semana, con el diapasón subido, ha llegado a teatralizar desde su escaño gestos de una felatio dirigidos a dos procuradoras socialistas, que así lo han denunciado.
Con el vicepresidente Gallardo en nómica, esta Comunidad tiene bien ganada la publicidad de la alpargata fascista que ensucia la buena imagen de nuestro amplio y rico patrimonio regional. Es un calvario soportar cada semana las bajezas morales de un cargo público que no tiene otra competencia que ser vocero de sí mismo.
Una post-data.
A la presidenta del PP leones, Esther Muñoz, antigua asesora del presidente Mañueco, le ha faltado tiempo para enviar una circular -con talante militar- a todos los alcaldes y cargos destacados del partido con la amenaza de que se pasará lista de asistencia a la manifestación del próximo domingo. La nota añade que cada alcalde deberá portar en su coche a tres o cuatro afiliados más.
A la manera del poeta zamorano León Felipe, quieren calentar la calle con cuentos, con muchos cuentos, hasta reventarla de cuentos.