Asociacionismo en horas bajas
La Firma de Elisa Docio
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"Asociacionismo en horas bajas", la Firma de Elisa Docio
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Palencia
Se queja amargamente la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palencia de que no hay implicación ni gente dispuesta a cooperar. De hecho, los asistentes a la fiesta anual merman cada año y algunas ya no existen porque nadie quiere presidirlas ni regentarlas, a fin de cuentas son cargos con cargas, sin más compensación que la satisfacción personal y poco reconocimiento.
Sin embargo, deben estar encantados los administradores de fincas cuando a las sesiones acuden muy pocos propietarios, así dan menos guerra, menos trabajo y menos explicaciones a las cuentas y a las derramas.
Si hablamos de los sindicatos de trabajo, esos superprotagonistas que en los años 80 y 90 eran sujetos de titulares cotidianos, que convocaban hasta huelgas generales, y la mayoría de los ciudadanos sabíamos quienes eran sus líderes ¿dónde están? Apenas unas líneas de vez en cuando nos recuerdan que hay alguien ahí intentando velar por mejoras laborales.
El asociacionismo va cambiado de barrio y de tema. Hoy, el mayor movimiento colectivo capaz de sacar a miles de personas a la calle es el feminismo, siempre con un pie en la frontera dispuesto mostrar músculo. Seguido del ecologismo, por supuesto, que apenas sale a la calle, pero su discurso es tan constante como necesario.
Y es que, en general el individualismo gana terreno. Las últimas generaciones se han formado en la especialidad y la competitividad, ganar más dinero, ascender en la pirámide social, ser mejor que el de al lado cueste lo que cueste, por encima, incluso de los amigos, o sin amigos, con principios morales relajados. Es la tónica más común. En los trabajos, el compañerismo funciona mientras no haya por el medio un ascenso o un complemento. Una buena persona merece menos reconocimiento que un triunfador.
No se enseña en los colegios ni en los hogares que ningún gran avance ni acontecimiento de progreso se ha conseguido por una sola persona, siempre han sido tareas de equipo, de muchas personas trabajando sucesiva o coordinadamente en una tarea con un objetivo común. Ni las vacunas, ni los rascacielos, ni los viajes a la luna se pueden contar como tarea de un solo individuo. Lo verdaderamente valioso para la humanidad se ha hecho con unión y concordia. El lema de “la unión hace la fuerza” sigue estando plenamente vigente, no lo olvidemos.