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A Jesús Escudero, canónigo emérito de la catedral y director y fundador de la Coral Vaccea

La Coral Vaccea: devastada y agradecida tras el fallecimiento de su fundador

Jesús Escudero en imagen de archivo

Jesús Escudero en imagen de archivo

Palencia

"No es fácil poner en palabras sentimientos tan grandes y dolorosos como los que estamos sintiendo en este momento en la Coral Vaccea.

La pérdida de Jesús nos ha pasado por encima como un Tsunami, algo completamente inesperado y devastador. De la valía de Jesús, de su biografía y su trayectoria se han hecho cargo los distintos medios de comunicación, siempre profesionales y amables y a los que agradecemos en el alma sus palabras.

Para nosotros es distinto, lo estamos viviendo desde el interior del alma, con cientos de vivencias, de recuerdos, de emoción, de intensísimo dolor.

Jesús era como esa lluvia fina, silenciosa y tranquila, que va empapando poco a poco el terreno hasta esponjarlo y hacerle fértil y manejable. Así fue empapando nuestras almas de un amor enorme y de una comprensión sin límites.

Un director que no reñía si no ibas algún día al ensayo, que repetía hasta la saciedad si lo necesitábamos, que era feliz cuando las cuerdas estaban compensadas, que nos explicaba el significado de las partituras en inglés y tenía infinita paciencia con nuestras pronunciaciones.

Nunca le importó “mandar” en la Coral, siempre aceptó cada una de las decisiones de la Junta Directiva porque él solo quería dirigir y disfrutar y solo quería que nosotros disfrutáramos de la música y a través de ella disfrutáramos de la compañía y de la maravillosa sensación de emocionar al público. Y nunca buscó ser el protagonista de los conciertos grandes y aceptó con mucho orgullo que otros directores tomaran la batuta para dirigir un Mesías, un Réquiem o un Carmina Burana por ejemplo. En esas ocasiones él hizo el trabajo, ímprobo desde luego, y cuando todo estaba en orden, se iba con los tenores a cantar en la grada, como uno más.

Y exactamente igual, no solo aceptaba, sino que le encantaba cantar con distintas agrupaciones, su querida escolanía, la capilla clásica de la catedral, corales de Palencia y de su provincia y corales de fuera, a quienes respetó y admiró y con las que establecimos lazos de cariño y amistad.

Y por supuesto, siempre aceptó agradecido el apoyo de las instituciones palentinas, sin importar el color del Ayuntamiento o Diputación. Todos y cada uno de sus representantes fueron respetados y recibidos en nuestros conciertos con todo cariño.

No puedo explicar con palabras la cantidad de horas de ensayos, de actuaciones grandes y pequeñas, de proyectos nuevos, de sus composiciones, de cómo se ilusionaba ante un concierto nuevo, una composición suya nueva y cómo nos hizo partícipes en los ensayos.

Nosotros tuvimos a Jesús siempre de frente, mirándonos a la cara, compartiendo gestos, indicaciones, ánimos, sonrisas, cantando las entradas, compartiendo nervios en un estreno y miedos ante una responsabilidad con el público.

Unidos en una preciosa complicidad.

A Jesús le movía el amor a la música, pero sobre todo el amor a las personas. Siempre hubo un momento para acortar el ensayo y entonar un Cumpleaños Feliz para todos y cada uno de nosotros, siempre hubo tiempo para cantar la misa funeral de nuestros familiares, siempre era una actuación especial cada una de nuestras bodas, siempre hubo tiempo para celebrar juntos con una comida el día de la música o Santa Cecilia. Siempre fue el primero en cantar y brindar, entonando un “Froide” después de un concierto o en un viaje o una celebración especial.

No ha sido extraño pues, la enorme cantidad de cariño y de respeto a su figura que estamos recibiendo en estos amarguísimos momentos y la cantidad de personas que se han acercado a nosotros y a su familia con un sentido dolor por su pérdida.

Se dice a menudo eso de “no se sabe lo que uno tiene hasta que lo pierde”, rigurosamente cierto, Palencia ha perdido uno de sus “referentes culturales”. La Coral Vaccea ha perdido su “referente emocional”, por eso estamos devastados y agradecidos por todo aquello que vivimos y compartimos con él.

Quiero compartir esta foto de Jesús en el atril del local de ensayo, ese Jesús dulce y sonriente que nunca olvidaremos, ese Jesús que cada uno de nosotros llevará en su corazón, ese Jesús que nos enseñó a amar la música y que nos amó incondicionalmente.

Muchas gracias a todos los que nos habéis acompañado y arropado estos días, por los besos, por los mensajes, por las lágrimas sentidas, por el cariño, por el inmenso respeto que habéis demostrado tener a nuestro Maestro.

GRACIAS JESÚS

GRACIAS MAESTRO

GRACIAS AMIGO"

 
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