Montaña rusa emocional

Palencia

La vida es muchas veces, casi siempre diría yo, una especie de gran montaña rusa emocional. Un claro ejemplo para mí ha sido lo vivido este fin de semana.

Mientras despedía a una persona importante y querida en mi vida se producían acontecimientos que me provocaban ilusión en un caso y felicidad en otro.

Mi cuerpo generó primero un montón de “prolactina”, la hormona que más se relaciona con el llanto y la tristeza. Tristeza por uno de esos adioses inevitables. Nacemos para morir. No podemos cambiar eso, tan solo podemos tratar de que cada uno de los días de nuestra vida sean especiales, singulares y únicos.

Pero mi cuerpo también generó este fin de semana un montón de cortisol, esa hormona que aparece cuando hay estrés o tensión. Nervios, emoción… pero tratando de no lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo… eso es lo que sentí este fin de semana siguiendo las evoluciones del Zunder Palencia mientras jugaba su “final a cuatro” en Burgos.

Y si seguimos analizando esa montaña rusa emocional mi fin de semana ha estado también lleno de oxitocina, mogollón de oxitocina, la llamada hormona de “la felicidad”. Primero por el reencuentro con gente que hacía mucho que no veía, por los abrazos, por los besos compartidos y también por constatar que hay personas que siempre están ahí, que aparecen cuando las necesitas, que nunca te dejarán sola.

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Y oxitocina a chorro cuando nuestro equipazo, cuando la gente estupenda del Zunder se alzó con la victoria que les da el paso a jugar en la máxima categoría del baloncesto nacional: la tan soñada ACB. Y tras el pitido final estalló la alegría, la alegría del trabajo bien hecho, del esfuerzo recompensado, la alegría ante el dibujo de futuro que se abre ante nosotros porque parece ser, que esta vez el ascenso sí será posible y eso será una gran noticia para Palencia. El deporte al más alto nivel mueve emociones, claro que sí, pero también dinero y oportunidades. Estar en ACB hará que muchas personas coloquen Palencia en el mapa. Y todo suma y sumar es lo que necesitamos.

Y en esa montaña rusa en la que se montaron mis emociones este fin de semana estaba también la ilusión, la ilusión que me provoca el que nuestra ciudad tenga por primera vez una mujer al frente de la alcaldía. Le deseo todo lo mejor y espero que ella, Miriam Andrés, junto con su equipo, estén a la altura de lo que esta ciudad necesita.

Llega el verano y esta es mi última reflexión de la temporada. Un millón de gracias a cuantas personas escucharon mis palabras cada martes y un millón de gracias a la Cadena Ser por dejarme abrir esta ventana que para mí supone la entrada de tanto aire fresquito y estupendo.

Disfruten. Generen durante los próximos meses la máxima cantidad de “oxitocina “ posible.