Sociedad

El poder repoblador de la poesía: un premio literario que ganó una familia

El cubano Sergio García Zamora siempre quiso ser poeta, pero nunca imaginó que en el futuro volaría detrás de las Coplas escritas por Jorge Manrique

PAREDES DE NAVA (PALENCIA), 21/04/2023.- El poeta cubano Sergio García Zamora, ganador del Premio Internacional de Poesía Jorge Manrique, junto a Lili, su mujer, en Paredes de Nava, localidad natal del poeta Jorge Manrique, donde viven desde enero junto con sus dos hijas en busca de una segunda oportunidad. EFE/ Almudena Álvarez / A. Alvarez (EFE)

Palencia

El cubano Sergio García Zamora siempre quiso ser poeta, pero nunca imaginó que en el futuro volaría detrás de las Coplas escritas por Jorge Manrique hace más de cinco siglos para encontrar una segunda oportunidad junto a su familia en un pueblo palentino de la España Vaciada.

Lo hizo el pasado seis de enero. Ese día viajó a Paredes de Nava (Palencia)- localidad natal del poeta universal- con Lili, su mujer, y sus dos hijas, Alba y Alma, de siete y ocho años, dispuesto a darse una oportunidad en la vida y las letras.

"Yo ansiaba vivir de la literatura y necesitaba un cambio para generar una obra mejor", asegura en una entrevista a EFE acompañado de su mujer - "mi Guiomar, mi musa"- junto a la escultura que homenajea al autor de las Coplas, en Paredes de Nava.

Siempre había sentido fascinación por la Literatura Española y tratando de impartir esa materia de una forma que apasionara a sus alumnos en una universidad cubana se acabó enamorando aún más del Mío Cid, el Quijote o Manrique, sin saber aun que la pasión literaria le arrastraría al corazón donde se gestaron aquellas coplas.

El "flechazo" llegó en 2019, cuando viajó a Palencia para recoger el premio internacional de poesía Jorge Manrique (convocado por el Ayuntamiento de Paredes de Nava y la Diputación de Palencia) por su obra Los Uniformes.

Fue en diciembre. Hacía un frio horrible, recuerda. Había oído hablar de la España Vaciada porque en su casa, en Santa Clara (Cuba), les gustaba ver la serie El Pueblo, pero no tenía una imagen clara del significado de esas palabras.

Cuando llegó a Paredes se encontró con un pueblo de calles vacías que le pareció de otro tiempo, "fantasmagórico", pero "fue abrir las puertas del salón de actos del Ayuntamiento donde me esperaban los vecinos y ese paisaje de pueblo desolado se me borro para siempre", relata.

Entonces se comprometió a volver para impartir algún taller de literatura y para ser jurado de la siguiente edición del Premio, pero la pandemia aplazó sus planes y no ha sido hasta este 2023 cuando ha llegado con su familia, bajo el amparo del proyecto Arraigo, que ha convertido Paredes de Nava en un crisol de Cultura y de culturas, con argentinos, mejicanos, colombianos, cubanos, venezolanos y personas de procedencias diferentes transitando por sus calles.

Porque Paredes de Nava no es un pueblo cualquiera. Es un pueblo que corre a contracorriente y lucha contra el tiempo y el abandono con Cultura, creatividad y empeño. "Aquí hay un ambiente de fraternidad. Es el espacio ideal. El pueblo va tomando el rostro de todos, de los vecinos que estaban y de los nuevos que llegamos, mientras que en las grandes ciudades uno termina diluyéndose y pareciéndose a la ciudad", asegura García Zamora.

"Aquí hay otro tiempo", continúa este poeta cubano que viene de un país donde no hay pueblos despoblados sino pueblos "colmados" y que no entiende "esa pelea" entre lo rural y lo urbano de la que se habla en España.

"En Cuba nos planteábamos si de verdad existían los pueblos vacíos", asegura, mientras reconoce que se asombra de que el ser humano haya perdido el sentido de su espacio natural, de que lo urbano se haya comido lo rural. "No creo que haya que volver a lo rural propiamente dicho, sino al espacio natural del hombre. Que cada pueblo tenga un sentido tan urbano como rural, igual que cada ciudad", reflexiona.

"Eso es lo que esto tratando de buscar en Paredes de Nava, un sitio con los beneficios de lo rural y de lo urbano", continúa, mientras reconoce que no podría haber llevado a su familia a vivir a un pueblo donde no hubiera un servicio de correos, un colegio, un médico o internet.

Sobre esa dicotomía entre pueblos vacíos que luchan por no despoblarse y el calor humano de los vecinos que se saludan y se ayudan, de niños que siguen jugando en la calle y días de cielos azules con los que evoca a Antonio Machado, está construyendo este cubano su proyecto de vida y sus nuevos poemas.

En Paredes de Nava imparte un taller de poesía para niños y adultos que, como no podía ser de otra forma, han bautizado La Copla, y además recorre las bibliotecas de la provincia leyendo a las Sin Sombrero, las mujeres silenciadas de la Generación del 27. "Me gustaría educar la sensibilidad para leer poesía, para que se aprecie mejor la poesía. Ese es mi reto", explica este poeta que atesora una veintena de galardones, unos cuantos internacionales, como el Loewe, el Rubén Darío y el Jorge Manrique.

También Lili, su mujer, ha encontrado trabajo en la residencia de ancianos del municipio donde le llama la atención lo longevas que son aquí las personas mayores y la buena salud y la lucidez que tienen, cuando en Cuba la media de edad está en 75 años, y sobre todo con "las historias de vida que atesoran", afirma.

A esta pareja la vida les ha enseñado a no hacer planes a largo plazo, pero aseguran que tienen intención de pasar unos cuantos años en Paredes de Nava porque les está gustando mucho "el ambiente para sus hijas y para su desenvolvimiento profesional".

"Es como si la vida me estuviera dando una segunda oportunidad y me dijera: Mira, Manrique escribió con 39 años sus coplas y tú tienes 37, todavía tienes dos años de ventaja para intentarlo", bromea, mientras trata de equilibrar, junto a su familia, el tremendo dolor y la tremenda esperanza que se trajeron de Cuba.

"Vinimos el día de Reyes y trajimos a dos pequeñas que están enamoradas del pueblo y de su colegio", sostiene. Además el 23 de febrero, coincidiendo con el cumpleaños de su hija pequeña, vieron por primera vez la nieve y eso para un cubano "ya es un sueño cumplido”.

 
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