Opinión

La esencia de la Navidad

La firma de Rosa Alcubilla

La esencia de la Navidad

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Aranda de Duero

El mes de diciembre tiene una doble cara, unas personas aman fervorosamente la Navidad y toda la parafernalia que la rodea, y otras detestan estas fechas y desean que a diciembre se lo trague la tierra y desaparezca esa obligatoriedad de felicidad impostada y bobalicona. Aunque también hay otros modos de acercarse a la Navidad y a la esencia de estas fechas. Pueden ser momentos de unión, reencuentros y abrazos, o de ausencias y corazones partidos. Nos dejarnos llevar por la corriente, o nos refugiarnos en nuestra cueva particular, al margen de lo impuesto. Sin embargo, la mayoría de la población nos rendimos al embrujo de las luces navideñas.

Nos es inevitable sucumbir ante la magia de las calles iluminadas de luces led acompañadas de túneles mágicos, norias y vistosos mercadillos El día del alumbrado navideño en ciudades y pueblos es en torno al día de la Constitución, y curiosamente moviliza más a la población la inauguración de las luces que los propios actos de la Carta Magna. En Aranda esta inauguración estaba prevista para la noche del día 5 de diciembre, pero la población comprobó anonadada que la mayor parte de las luces ornamentales no se habían colocado todavía. La indignación ha crecido entre arandinos y ribereños. Nuevamente los planes fallan. La empresa adjudicataria ha justificado que el error se debe a causas debidas al transporte. Esta falta de previsión y rigor se suma a la sensación del año pasado, con calles escasas de iluminación y con gusto anticuado. En la prensa se llamó a Aranda la “anti Vigo”, ya que este municipio de Pontevedra es ejemplo de vistosas luces y atracciones en estas fechas. Aunque a mí me gustaría que además de una cuidada iluminación, de unos abrazos no fingidos, de unas felicitaciones sentidas, y de un consumo sostenible, surgiesen otras iniciativas.

No sé cuáles, pero sí sé que gente anónima va sembrando este camino, sin hacer ruido y sin ponerse como ejemplo. Una querida amiga, del barrio Allendeduero, me contaba ayer que recoge piedras del campo, las pinta, las decora primorosamente y añade alguna frase motivadora y estimulante, como la del Principito de “fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”. Las deposita en los bancos de los parques del barrio y días después comprueba que ya no están. Me lo comentaba sin darse importancia, como el que oye llover. Es un claro ejemplo de altruismo y desinterés, algo que choca con el espíritu consumista e interesado de la Navidad. Ella, mi estimada amiga, no es consciente de que con sus acciones está rescatando la verdadera esencia de la Navidad.

 
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