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Ángel Santiago Ramos

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La opinión de Ángel Santiago Ramos (10/11/2022)
León
En el otoño del 2014 el entonces presidente de la diputación leonesa, Marcos Martínez Barazón, era detenido por la Guardia Civil y llevado a declarar ante el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco. Hoy, ocho años después, se inicia el juicio de la denominada pieza número 2 del Caso Púnica.
Este entramado de corrupción contiene hasta la fecha un total de nueve piezas separadas y en él están encausados, o ya juzgados, decenas de altos cargos del PP y empresarios afines. En total se estima un presunto fraude de adjudicaciones de servicios públicos por valor de más 250 millones de euros.
En la pieza leonesa que ahora se juzga acompañan al hoy alcalde de Cuadros, el regidor de Puebla de Lillo y Jesús López, funcionario de la diputación y entonces interventor de esta institución. Por resumir, entre los tres se reparten acusaciones de tráfico de influencias, prevaricación, fraude y malversación de caudales públicos, lo que conllevaría si se prueban todos los delitos un total de 25 años de prisión.
Es la cara oculta del partido conservador español que durante décadas ha estado salpicado de casos de casos de corrupción que ya han llevado a prisión a numerosos ministros, presidentes y consejeros autonómicos. El mismo partido ha sido condenado por el Tribunal Supremo por comportarse como organización criminal para delinquir. Año 2018.
Pinceladas de la trayectoria penal. La conducta democrática es harina del mismo costal. El actual presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que fue alumno interno del colegio leonés de los Maristas Champagnat no parece haberse impregnado del lema de esta congregación: “Formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”.
“La política debe dejar a los muertos en paz”, opina el líder popular, tras la exhumación en la basílica sevillana de la Macarena de los restos del militar franquista Gonzalo Quipo de Llano. Eso conociendo que este fue un probado genocida culpable de la muerte y desaparición de más de cuarenta mil andaluces, entre otros el poete Federico García Lorca, e inductor de miles de violaciones de mujeres.
Es decir, que no hay por donde mirarlos, ni por lo penal, ni por lo civil. Ni siquiera por los principios cristianos que mamaron y dicen profesar.