Maestro
La Firma de Eva Calleja
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"Maestro", la Firma de Eva Calleja
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Palencia
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define “maestro” como la persona que enseña o forma, especialmente aquella de la que se reciben enseñanzas muy valiosas.
Hoy quiero hablar de un “maestro” y sumarme así a algo que ha ocurrido recientemente gracias a un acuerdo adoptado por el pleno del Ayuntamiento, un acuerdo por unanimidad , que ha hecho posible que la pasada semana se inaugurara la calle Marcelino Vaca, una calle ubicada entre el final del Paseo de la Julia y la Avenida de Madrid.
De esta forma el nombre de Marcelino Vaca quedará para siempre ligado a la historia de esta ciudad. Cada vez que paseemos por esta calle nos vendrá a la memoria el trabajo, la dedicación de toda una vida a la educación. Vaca fue reconocido como un referente a nivel internacional en su ámbito como pionero de la renovación pedagógica de la Educación Física en España, acuñándose, gracias a él, el término de “tratamiento pedagógico de lo corporal”. Eso, lo corporal, que está tan ligado a lo mental y que forma una parte fundamental de nuestro bienestar personal a nivel global. Más allá de todo esto, este “maestro” formó parte del proyecto vital de muchos jóvenes en ese momento tan decisivo como es el de la formación de una persona en el que lo que dicen los libros no es, seguro, lo más importante.
No sé si somos conscientes de lo relevantes que son los maestros y maestras, me refiero por supuesto al ámbito de las aulas, con los que nos topamos en nuestro camino.
No sé ustedes pero yo me he encontrado con algunos que marcaron un antes y un después. Uno de ellos, profe de literatura, contribuyó en buena medida a que hoy sea lo que soy, periodista. Me enseñó a amar las palabras, a adorar el contar historias y lo consiguió a través de la pasión con la que enseñaba, pasión que fue capaz de trasladarme. Algo, las palabras, la gente, el contar historias… que sigue siendo eso que me hace sentir muy viva y que le da un por qué a mi día a día.
Por el contrario me he cruzado con algunas personas cuyos nombres quise olvidar rápidamente porque el miedo, los gritos o los castigos no casan bien con ayudar a nadie a crecer.
Decía Mario Benedetti algo que me encanta y con lo que estoy 100 por 100 de acuerdo. “Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan, las caricias también”. Y prefiero las caricias. Siempre prefiero las caricias.
Suele decirse que no es fácil ser profeta en tu tierra. Y por eso me parece aún más destacable que en este caso el “hacer” se reconozca, se valore y se evidencie en ese lugar tan importante como es “nuestra casa” porque los seres humanos solemos valorar más fácilmente lo que nos llega de lejos, lo que nos viene de fuera, pero aplicamos una mirada “miope” a lo que tenemos más cerca, justo a nuestro lado.
No es el caso. Bienvenida sea esta calle por el gran significado que tiene.
A mí nuestro callejero me parece mucho más chulo a partir de ahora.