Antiamericanismo y europeísmo

Albacete

El domingo fui al cine. Es una maravilla disfrutar de una buena película. Lástima que cada vez sea más difícil gozar del celuloide con las dichosas palomitas y demás fruslerías que se permiten en las salas. Pasé dos horas y media disfrutando de la música de un compositor excepcional, Bob Dylan. Recordé sus letras y sus alegatos, sobre todo, de aquella vertiginosa década de los años sesenta del siglo pasado. No sólo por Vietnam, aunque influyó mucho, lo cierto es que el antiamericanismo empezó a extenderse por toda Europa y no dejó de crecer. Y todo ello a la par que otros muchos se empeñaban en querer ser americanos víctimas de la propaganda de su poder blando al que era fácil sucumbir. Tal vez fuera algo incongruente, pero EE.UU. representaba el imperialismo y era la cabeza del capitalismo, dos conceptos que se atacaban compulsivamente por parte de la juventud contestataria de aquel momento. En el caso de España, con el apoyo que Washington había prestado a Franco, visitas de Eisenhower, Nixon y Ford, por medio, y la presencia de las bases militares en nuestro territorio, aquel sentimiento se mantuvo alto e influyó mucho en el momento que el PSOE nos convocó al referéndum sobre la OTAN.

Han pasado muchas cosas desde entonces, pero la política impulsada desde la Casa Blanca por el nuevo presidente y su equipo están devolviéndonos aquel fenómeno de una manera inopinada. Ya conocemos el abusivo uso de la mentira y la manipulación, pero no deja de sorprender que en su huida hacia delante ahora Europa se haya convertido en el objetivo predilecto de sus ataques. Según Trump, la UE se hizo para “joder” a EE.UU. La gravedad del asunto sube de nivel si recordamos que el discurso de Putin se basa también en sus ataques a Bruselas por su apoyo a Ucrania y su interés en incorporar territorios que, en su teoría, se enfrentan a Moscú. Es inevitable preguntarnos que tendrá Europa para que rusos y americanos se pongan de acuerdo y hagan lo posible por dividirnos y atacarnos. La respuesta es sencilla: Europa representa los valores democráticos, los sacrosantos principios de la libertad y la igualdad desde el respecto y el diálogo, una comunidad que ha dado sus mejores resultados desde el dramático error del fascismo y la guerra.

Europa representa ahora más que nunca el valladar de esos principios que no deberían de hacernos dudar sobre las amenazas que se ciernen sobre nosotros. Nada mejor que recordar un reciente artículo del escritor colombiano Héctor Abad Faciolinceen el que aseveraba que lo que Europa ha conseguido en los últimos 80 años es extraordinario y no existe un mejor referente de convivencia civilizada en el mundo. Con un PIB inferior al de Norteamérica, la población europea vive en condiciones mucho más amables y mucho menos desiguales que la estadounidense. Se cumplen ahora cinco años del estallido de la covid 19. La OMS calcula que murieron 15 millones de personas en el mundo. EE.UU ha optado por abandonar el organismo y ha puesto su Departamento de Salud en manos de un antivacunas. Sólo Europa garantiza una respuesta racional y solidaria.

En EE.UU acaban de ejecutar a un reo. La pena de muerte se aplica todavía. Le dispararon al pecho con rifles y balas especiales; con una capucha, sentado, atado y con una palangana para recoger la sangre; eligió morir así, en vez de por otro de los métodos legales en Carolina del Sur, la inyección letal o la silla eléctrica. Ahora se teme un repunte de las ejecuciones bajo la presidencia de Trump. Este dirigente que amenaza a naciones libres, alienta guerras de aranceles, deporta inmigrantes tras feroces persecuciones, insulta a los discrepantes y utiliza la mentira de la manera más grosera que nadie podía imaginar en un político de su importancia. Resulta muy difícil entender que le hayan votado más de 72 millones de personas, después de aquel lastimoso primer mandato, pero mucho más que en nuestro continente alguien le pueda reír las gracias y rendirle pleitesía.