Sol de invierno
Me temo que conocemos poco (y visitamos menos) a nuestros propios artistas

La mirada de Toledo: Sol de invierno (11/02/2025)
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Toledo
Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.
Quizá aturdido por la parte umbría y tristona de la ciudad, alguien dijo una vez que a Toledo le sienta bien el gris. No lo niego, pero a poco que sepan apreciar la estación en la que estamos, estarán conmigo que lo que mejor le sienta a Toledo es el sol de invierno. Ese que se disfruta de mediodía hasta después del café de la tarde y es la mejor compañía de paseos y conversaciones.
Hay un sitio en Toledo en el que ese sol tiene un talante acogedor especial y, mientras baña e ilumina un jardín plagado de arte e historia, ofrece una atalaya única para entender la importancia de nuestro río Tajo.
Les hablo de Roca Tarpeya, la que fuera vivienda y taller del escultor Victorio Macho, que ofrece una importante colección de sus esculturas y que, como buenos compañeros de piso, comparte casa con el pintor Rafael Canogar.
Me temo que conocemos poco (y visitamos menos) a nuestros propios artistas. Creo de verdad que ambas colecciones debieran ser parte del relato cotidiano de los toledanos cuando presumimos de ciudad y patrimonio e invitamos a cualquiera a que nos visite y nos disfrute.
El busto del marinero vasco, los retratos de Unamuno, Ramón y Cajal, Marañón o Menéndez Pidal, las esculturas de La Pasionaria o la de la propia madre del escultor, son ya por derecho propio vecinos de Toledo; sería por tanto una descortesía no hacerles una visita de vez en cuando.
Además, la única exposición permanente de Rafael Canogar, ocupa el antiguo taller de Victorio Macho, y merece no una, sino varias pausadas visitas para entender la importancia de este pintor Toledano al que, por cierto, Madrid dedica una exposición temporal de su obra hasta el próximo 18 de mayo.
Y fuera, el jardín. Un jardín sereno y silencioso, vigilado siempre por la mirada seria de la formidable escultura “Eva de América”, y que te lleva casi sin darte cuenta al mirador desde el que asombrarte, otra vez, con un río Tajo que abraza a la misma ciudad que se empeña en darle la espalda.
Cualquier momento del año es bueno para disfrutar de este espacio tranquilo, apacible y único que gestiona con acierto la Fundación Toledo, pero estos meses antes de que la primavera nos despida del frío se vive de otra manera.
Roca Tarpeya, y el sol de invierno, ese al que Machado dedicó un poema y Robe Iniesta una canción. ¿Qué puede salir mal?

Javier Mateo
Educador social y exconcejal del Ayuntamiento de Toledo.