Castilla y su leona
María Pacheco, última lideresa de la resistencia comunera castellana y toledana
La mirada de Toledo: Castilla y su leona (30/01/2025)
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Toledo
Buenos días nos dé Dios, don Carlos.
Creo que ya ha quedado muy claro que en esta sección somos muy de efemérides, véase la semana pasada cuando recordamos y ensalzamos a nuestro querido patrón San Ildefonso.
Pues bien, esta semana vamos a seguir por la misma senda porque el próximo lunes será 3 de febrero. Este día debería estar marcado a hierro y fuego en el alma de todos los castellanos en general y de los toledanos en particular. Voy a permitirme remarcar lo de castellanos porque sí, amigo Carlos, somos castellanos, que nunca se olvide, copón. La cuestión es que el 3 de febrero, aparte de ser el día de San Blas, también nos lleva al año 1522 y al cierre de la Guerra de las Comunidades, es decir, a la última revuelta medieval o a la primera revolución moderna, es decir, a los comuneros de Castilla y su épica lucha. Es más, nos lleva directamente a una de esas figuras femeninas que ocupan un lugar muy especial en el Olimpo de las grandes mujeres ligadas a la Historia de Toledo. Lógicamente, me estoy refiriendo a María Pacheco, conocida ni más ni menos que con el sobrenombre de la Leona de Castilla. Como he dicho muchas veces en distintos foros, si tú pasas a la Historia, y más en un siglo de tanta preponderancia masculina como es el XVI, con el sobrenombre de la Leona de Castilla, es que tuviste que ser una mujer sencillamente espectacular.
Regresando al señalado 3 de febrero del año 1522, María Pacheco, esposa del capitán comunero Juan de Padilla y última lideresa de la resistencia comunera castellana y toledana, huyó de Toledo para acabar sus días en un tristísimo exilio en el norte de Portugal, añorando siempre a su querida Castilla, a su querido Toledo y a su querido y amado esposo ejecutado tras la batalla de Villalar.
Como el lunes 3 no me toca sección, creo que tus oyentes, amigo Carlos, me van a permitir que con unos días de adelanto recuerde a esta gran mujer, con una biografía digna de película, la cual tantas veces nos recuerda la autora toledana Engel de la Cruz en sus diversos trabajos sobre los comuneros. Y para cerrar este humilde homenaje a esta granadina de nacimiento pero toledana de corazón, voy a tomar prestados unos versos del epitafio que le dedicó su hermano, el famoso Diego Hurtado de Mendoza. Dicen así:
«Si mi vida, seguir a mi marido;
Mi muerte en la opinión que él sostenía
España te dirá mi cualidad
Que nunca niega España la verdad».
A los que añado los versos de otro gran poeta, Luis López Álvarez:
«Quién sabe si las cigüeñas
han de volver por San Blas…»
Buenos días y… ¡viva Castilla!
Daniel Gómez Aragonés
Historiador, escritor y colaborador de SER Historia