El imperio contraataca

Albacete

A partir de hoy somos súbditos de un nuevo emperador llamado Donald Trump. No por sus renovadas ansias expansionistas autoritarias, sino porque llevamos casi un siglo siendo un país y un Estado servil y sometido a los intereses imperiales de Estados Unidos, que desde hoy tendrá como primer mandatario a un delincuente condenado por numerosos delitos.

Hoy, por primera vez en la historia del imperio, al que decidimos someternos como país primero y como Unión Europea después, la toma de posesión será una terrible performance donde -a la vez que se realiza el evento- dará comienzo la redada más grande de la historia contra personas migrantes en todo Estados Unidos.

Esta gran redada, que no será la única sino la primera de muchas, se lleva preparando varios meses e incluirá la deportación masiva de personas extranjeras, principalmente latinoamericanas, incluyendo la deportación de familias enteras aunque tengan hijos con nacionalidad estadounidense y nacidos en Estados Unidos.

Seguramente mucha gente en España y Europa se lleve -metafóricamente- las manos a la cabeza, ante semejante medida que tanto recuerda a las redadas y deportaciones masivas de los estados fascistas europeos alemán e italiano en el siglo XX. Pero seremos unos europeos hipócritas y farsantes, porque la xenofobia y el racismo más recalcitrante se lleva inculcando y legitimando por parte de la Unión Europea desde hace más de una década. Las deportaciones ilegales y sin garantía de derechos son una práctica que España y la UE llevan aplicando de manera sistemática en este siglo XXI, así como la creación de centros y campos de concentración para quienes no han cometido ningún delito.

Ya sea dentro de la UE o en países a los que financiamos para que, fuera de nuestras fronteras, se comentan las violaciones y se ejerza la violencia más extrema contra personas que se ven forzadas a migrar porque nosotros les esquilmamos sus recursos, porque apoyamos regímenes corruptos y violentos en sus países que sirvan a nuestros intereses y porque, en definitiva, nos seguimos comportando como potencias coloniales.

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Pero en materia de grandes redadas, ha sido España la inventora: En la madrugada del 31 de julio de 1749 el Marqués de la Ensenada (ministro de Fernando VI) organizó la gran redada contra la población gitana que tenía el objetivo declarado de apresar y encarcelar a todos los gitanos de España, separando a hombres y mujeres para lograr su extinción como pueblo. Todos los grandes historiadores consideran que esto fue un genocidio planificado, un proyecto de disolución y exterminio cultural. Una gran redada que, además del terrible sufrimiento humano, lo que objetivamente logró fue generar una ruptura traumática de los vínculos entre castellanos y gitanos, especialmente desde la perspectiva de estos últimos que vieron traicionados sus esfuerzos de integración.

Esa obsesión con la llamada “limpieza de sangre” está en el origen de nuestro Estado-Nación español; desde los primeros pogromos antijudíos de 1391, hasta las leyes de vagos y maleantes, que en el siglo XX -en plena república- encarcelaron a gente no por cometer delitos sino para evitar “perturbar la paz social”.

Así pues, un día como hoy, deberíamos mirar lo que está ocurriendo en Estados Unidos recordando nuestra historia y nuestra responsabilidad en hechos semejantes, del pasado y del presente. Porque somos parte activa de ese imperio, aunque sin capacidad de voto en la elección de emperador.

Este fin de semana se entregaron los premios Gaudí de cine. Les recomiendo escuchar completo el discurso de Eduard Sola al recoger el premio al mejor guion original: “soy orgullosamente charnego” nieto de emigrantes, “si mi abuelo era analfabeto y yo me dedico a escribir historias es porque ha ocurrido algo. Se llama progreso y es un éxito colectivo”, gracias a la educación pública y a las políticas sociales (…) “mandemos a la mierda a los xenófobos, a los que se aprovechan de los demás, sigamos por favor acogiendo a los de fuera con los brazos abiertos y veremos cómo dentro de unos años escribirán grandes historias catalanas”.

Somos lo que somos porque las grandes redadas no lograron impedir la diversidad, el mestizaje y la convivencia. Somos lo que somos como países y como sociedades europeas gracias a todos los que vinieron aquí a construir una vida mejor.

Por más que el imperio contraataque desde su “Estrella de la muerte”, tenemos el deber de ser parte de la tripulación del 'Halcón milenario'. No solo en la ficción desde un patio de butacas, sino en el mundo que nos toca vivir hoy.