Opinión

De estaciones y ferrocarriles

La ciudad de Toledo y el desarrollo del ferrocarril demandaban una estación acorde a los nuevos tiempos

La mirada de Toledo: Estaciones y ferrocarriles (16/01/2025)

La mirada de Toledo: Estaciones y ferrocarriles (16/01/2025)

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Toledo

Buenos días nos dé Dios, don Carlos.

No sé si te has enterado (lo digo con ironía) del «jaleo» que se ha montado con la cuestión del trazado del AVE Madrid-Lisboa, su paso por Toledo, la estación, la posible segunda estación, etc. Por supuesto, no voy a entrar en esa cuestión, ni voy a debatir, ni voy a polemizar. No obstante, lo que espero y deseo —imagino que como todos— es que la situación se resuelva de la manera más adecuada, correcta y beneficiosa posible a nivel del patrimonio histórico y paisajístico de la Ciudad Imperial, a nivel de los propios toledanos y de los visitantes y a nivel de la conexión de la ciudad.

Pues a colación de todo esto, quiero quedarme con la llegada del ferrocarril a Toledo y, claro está, con la estación que tiempo después —seguramente y sin miedo a equivocarme— se convirtió —y sigue siéndolo— una de las más bellas y llamativas del mundo. En el año 1858 se inauguró la conexión entre Toledo y Castillejo por ferrocarril y a la par la conexión con Madrid. Y esto no fue por mera casualidad, sino que obedeció a la visita de la reina Isabel II y del futuro Alfonso XII. Si avanzamos y nos situamos en el primer cuarto del siglo XX, la ciudad de Toledo y el desarrollo del ferrocarril demandaban una estación acorde a los nuevos tiempos, ya que la coqueta estación de mediados de la centuria anterior estaba obsoleta.

Por empeño del mismísimo rey Alfonso XIII, en el año 1914 comenzaron las obras de la actual estación, siendo inaugurada esta en el año 1919. El arquitecto que dirigió las obras fue el madrileño Narciso Clavería, el cual nos regaló, porque sinceramente creo que es un regalo para los ojos y el alma, un edificio neomudéjar que resulta casi imposible que deje a alguien indiferente. También hay que mencionar el espectacular trabajo de forja por parte del maestro Julio Pascual, que igualmente podemos disfrutar hoy en la estación.

Si algún oyente se pregunta el sentido de nuestra particular estación, la respuesta la puede hallar en lo que distintos expertos han apuntado y es que dicho edificio era la puerta de entrada a la que me gusta denominar como la «capital espiritual de España». Una ciudad cargada de simbolismo y eso bien lo sabían las autoridades nacionales que procuraban traer a Toledo a las más altas dignidades o a las visitas más glamurosas. Y esto fue así tanto en tiempos de monarquía, como de dictadura, de república o de democracia. Si bien es cierto, en las últimas décadas esto ya no es así...una pena. Empero, como toledanos jamás debemos olvidar, insisto, la fuerza simbólica de nuestra sagrada ciudad aunque sea a través de su preciosa estación de tren.

Daniel Gómez Aragonés

Daniel Gómez Aragonés

Historiador, escritor y colaborador de SER Historia

 
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