La ayuda de la esperanza
La firma de opinión del director de La Tribuna de Ciudad Real, Diego Murillo
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La firma de opinión| La esperanza de la ayuda
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Ciudad Real
Hay ayudas que sanan. Y otras que simplemente se quedan a medio camión. Cuando presencias tragedias como la de la Dana en Valencia o Albacete, sientes que tienes que echar una mano. Hay gente que lo hace de corazón, porque le nace, y otros buscan el aplauso público, el reconocimiento del vecino, de la sociedad. Para bien o para mal, las redes sociales amplifican e incentivan este tipo de comportamientos donde importa más la foto, la palmadita en la espalda que realmente el compromiso de la gratuidad, de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Sin embargo, en este tipo de devastaciones no importa. Como me dijo un buen amigo que lidia todos los días con la miseria y el hambre en países del Tercer Mundo, cualquier ayuda, sea del tipo que sea, venga de donde venga, siempre es bienvenida. Lo más importante es que se mantenga en el tiempo y que sea efectiva.
Lamentablemente, lo de Valencia va para largo.
Estos ríos de solidaridad se sumergen en abundantes caudales de entregas porque la identificación con el sufriente, la víctima te interpela, te representa, te identifica con tu modo de vida. Bien distinto es cuando la ayuda hay que extrapolarla a otras latitudes o fuera del foco mediático. Al que padre, al abuelo que tienes con dificultades; al pobre doliente, al inmigrante molesto, al ciudadano de otro país que vive sin recursos suficientes. Ahí, la ayuda se esconde, se desvanece, es residual. Sin embargo, lo de Valencia, me hace creer que los jóvenes, aquellos a los que llamaban indolentes, gozan de ese espíritu esperanzador, de que no todo está perdido.