Sociedad

El Supremo confirma prisión permanente revisable para el asesino que mató a una trabajadora de la ONCE

El asesino también está condenado por un delito de hurto y tendrá que pagar más de 150.000 euros a la familia de la fallecida.

Fallecimiento de María Isabel de la Rosa / Cadena SER

Albacete

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la pena de prisión permanente revisable dictada para un hombre que asesinó por asfixia y emparedó en el patio de su casa a una vendedora de cupones de la ONCE en Albacete. María Isabel de la Rosa había reclamado a la mujer una deuda de 200 euros.

También tendrá que hacer frente a un año de prisión por un delito de hurto y el pago de una indemnización de 170.000 euros a los familiares de la víctima, ha informado el Supremo en un comunicado.

Según los hechos probados, el delincuente tenía amistad con la víctima porque coincidían en los locales donde ella vendía cupones. Los hechos ocurrieron el 19 de agosto de 2021 en Albacete, cuando el acusado llamo a María Isabel de la Rosa y le propuso que fuera a su casa para pagarle el dinero que le adeudaba de unos cupones y rascas que le había dado como fiados.

El acusado pagó en su casa a María Isabel los 50 euros que le debía y le pidió unos rascas de los que llevaba para la venta. La deuda asciendo hasta cerca de los 200 euros, ella pidió que se le pagara, pero él dijo que no tenía dinero y tuvo lugar una discusión entre ambos.

El hombre propinó un empujón a la mujer, tenía reconocida una minusvalía del 72 por ciento que afectaba a la movilidad de la parte derecha de su cuerpo. Tras el empujón, la empleada de la ONCE cayó al suelo y le dijo que lo iba a denunciar.

Ante el temor de volver a la cárcel donde había cumplido una condena, él, con ánimo de causarle la muerte, se abalanzó sobre ella para ponerse encima a horcajadas, sin que esta pudiera defenderse. El acusado la cogió con las manos por el cuello hasta que consiguió asfixiarla causándole la muerte.

Al comprobar que ya no seguía viva, el asesino envolvió el cadáver en unos plásticos y los llevó a una de las habitaciones de la casa. Construyó un habitáculo en un almacén que había en el patio de su vivienda para ocultar el cadáver y evitar que se produjeran olores que indicase putrefacción.

Después rompió con un martillo el teléfono móvil y el terminal de venta de María Isabel de la Rosal. Días después, negó saber dónde estaba ella y dijo que desconocía su número de teléfono móvil. Durante el registro de su domicilio, confesó que la había matado y que su cuerpo estaba tapado con cemento en el patio. En ese momento fue detenido por la Policía.

 
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