Al toro

Toledo

No me gustan los toros. No entiendo el sentido del espectáculo ni la finalidad del mismo. No le resto importancia ni valentía al hecho de que un hombre, el torero, se ponga delante de un animal tan impresionante como un toro bravo, pero no entiendo ni el por qué, ni el para qué. Además, siempre me ha parecido que dice mucho de un país que su fiesta nacional acabe en muerte. Dice mucho de un país que su fiesta nacional acaba vitoreando la muerte de un animal y que la cúspide de esa fiesta sea que el torero se lleve sus orejas y su rabo.

Visto con cierta perspectiva no me negarán que es todo muy primitivo, muy peculiar, por no decir otra cosa. No seré yo quien diga que hay que prohibir los toros, pero desde luego tampoco creo que haya que subvencionarlos ni premiarlos. No le veía ningún sentido a un premio nacional de tauromaquia, para mí bien eliminado está, porque es un premio que pagamos todos, sale de los presupuestos de uno de nuestros ministerios, ni tampoco le veo ningún sentido al anuncio de que ante la desaparición de un premio nacional vayamos a poner en marcha un premio regional. ¡Que necesidad! No lo comprendo.

Dicen los que saben de toros que los espectáculos taurinos generan un gran impacto económico, que generan muchos puestos de trabajo directos e indirectos. No lo sé. Leo por ahí cifras que no acreditan esas afirmaciones: parece que la industria taurina aportaría a nuestro PIB un 0,16% mientras que los eventos deportivos, por poner un ejemplo, suman entorno a un 3%. Pero es un tema que no domino y no seré yo la que se ponga a discutir de cifras. Lo que sí digo es que los espectáculos taurinos reciben grandes subvenciones, administraciones municipales y autonómicas destinan todos los años ayudas millonarias a este sector. Ayudas que en algunas comunidades autónomas son delirantes.

Yo me pregunto si hay otras cosas en las que invertir ese dinero. Yo me pregunto si no hay otros proyectos emergentes en este país que vayan a repercutir más y mejor en beneficios para nuestra sociedad. Yo me preguntó si no hay otras necesidades y otras prioridades. Yo me pregunto si hacía falta que un ministerio regalara anualmente 30.000 euros, que es lo que suponía ese premio, a la tauromaquia. Quizá los toros son cultura, no me lo parece por lo que suele verse muchas veces dentro y fuera del ruedo, pero en todo caso también son cultura otras muchas cosas y otras muchas gentes que nunca tienen premios. Es una opinión de una Toledana de Toda la Vida