Opinión

La aparición del fuego en la tierra

La firma de opinión del catedrático de Producción Vegetal de la UCLM, Jorge de las Heras

'La aparición del fuego en la tierra', la opinión de Jorge de las Heras

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La aparición del fuego en la Tierra, más allá de volcanes y otros fenómenos geológicos, tuvo lugar hace más de 450 millones de años. Los restos del primer gran incendio forestal, fueron los de un gran hongo calcinado por aquel entonces. Un hongo que alcanzaba los 4 metros de altura, algo impensable para las diminutas setas y hongos de nuestro tiempo.

Desde entonces, los incendios forestales han sido, son y serán episodios recurrentes que modifican drásticamente el paisaje en prácticamente todos los rincones del planeta. Sin embargo, hay lugares donde los incendios tienen lugar de manera frecuente, debido a las condiciones climáticas dominantes. Las zonas de clima mediterráneo se caracterizan por estar sujetas a periodos en los que coinciden altas temperaturas y sequía: esta coincidencia ocurre cada verano, lo sabemos bien.

También es cierto, que, debido al cambio climático, este periodo de coincidencia aumenta cada año y, así, durante el último cuarto de siglo, disfrutamos de un mes más de bochorno y sequía, lo cual redunda en una mayor ocurrencia de incendios. Es tal la relación entre clima mediterráneo y fuego, que las plantas no han tenido más remedio que adaptarse. Así, en nuestros bosques abundan las plantas capaces de rebrotar después del fuego, como los enebros o las encinas, otras disponen de estructuras que protegen sus semillas de las altas temperaturas, como el pino carrasco, especie que desarrolla un tipo de piña que sólo se abre cuando pasa el fuego. Algunas plantas han llegado a crear semillas con sensibilidad a las sustancias químicas contenidas en el humo de los incendios, de tal manera que estos químicos estimulan su germinación de después de un incendio. A este proceso lo llamamos germinación estimulada por humo.

Lo sorprendente es que las plantas no son los únicos organismos que han evolucionado en respuesta a las sustancias químicas presentes en el humo, sino que los humanos también. Un artículo reciente muestra que los humanos modernos son los únicos primates que portan una mutación que les hace más tolerantes a las sustancias químicas del humo producidas por los incendios. Esta mutación podría haber dado una ventaja evolutiva a los humanos modernos en relación con otros homínidos, ya que les permitió utilizar el fuego para muchas actividades importantes, como por ejemplo: cocinar, cazar, defenderse, calentarse, cultivar...).

Esta elevada exposición al humo también habría aumentado la susceptibilidad a infecciones pulmonares, e incluso la evolución de algunas de ellas. Quién sabe si esta tolerancia al humo también haya permitido a los humanos modernos tener cierta tolerancia a la contaminación y a fumar cigarrillos. Pese a esa extraña relación entre el ser humano y el fuego, qué duda cabe que debemos estar alerta ante la oleada de grandes incendios a la que, desgraciadamente estaremos expuestos en el futuro próximo. Incendios frente a los que ni plantas, ni humanos seremos capaces de enfrentarnos. Hemos alimentado un monstruo con el que nos toca convivir. ¿Seremos capaces de ello?

 
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