Navaja Ockham
La firma de opinión del catedrático de Producción Vegetal de la UCLM, Jorge de las Heras
'Navaja Ockham' la firma de opinión de Jorge de las Heras
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Define el escritor Paul O'Shea el negacionismo como “el rechazo a aceptar una realidad empíricamente verificable. Es en esencia un acto irracional que retiene la validación de una experiencia o evidencia histórica". El negacionismo niega el cambio y da la espalda a la realidad en favor de una mentira más confortable. Resulta inconcebible que, después de dos años de una pandemia terrible, que ha causado millones de muertos en todo el mundo, todavía hay quien reniegue de las vacunas.
El negacionismo del cambio climático es otro de los absurdos de nuestros tiempos. No basta con comprobar cómo, cada semana, cada mes, la temperatura alcanza máximos que superan todos los registros anteriores. Tampoco es suficiente comprobar que la seguía deja campos sin regar y poblaciones sin abastecimiento de agua potable. El negacionista siempre tendrá ejemplos que rebaten la lógica: fuertes nevadas o inundaciones en cualquier confín del mundo, o una chaparrada ocasional sobre nuestras cabezas les es más que suficiente para “demostrar” que el cambio climático es una invención de no se sabe muy bien quien ni por qué. Ser negacionista del calentamiento global es negar la evidencia, metiendo la cabeza en el bunker de la sinrazón.
Como complemento a la negación, el negacionista busca el motivo por el cual todo el mundo dice lo contrario que él sostiene. Así surgen las teorías de la conspiración: grupos (de izquierdas, por supuesto), tratan de adoctrinarnos a base de hacernos creer que el ser humano es responsable de sus actos y el clima cambia, porque así ha ocurrido desde el principio de los tiempos. El negacionista nunca aceptará que el ser humano es causa de una catástrofe ambiental climática y, si lo fuera, para eso es el ser supremo de la creación, qué caramba. Debatir con un negacionista climático es hacerlo contra un muro de hormigón.
Generalmente, llevan aprendidas unas cuantas frases extraídas de twitter o de Google y, cuando intentas rebatir la primera de sus falacias, te dispara con una barbaridad aún mayor, y así hasta que termina por cansarte. Después de varios encuentros con individuos de esta tribu, he llegado a la conclusión de que intentar debatir con ellos es perder el tiempo. Y tiempo, precisamente es lo que no tenemos para revertir la situación. Guillermo de Ockham, filósofo y fraile franciscano inglés del siglo XIV, promulgaba el ”principio de economía” más conocido como “navaja de Ockham”, según el cual cuando hay posibles soluciones a un problema, la correcta suele ser la más sencilla.
Por un lado, tenemos que la combustión masiva de combustibles fósiles ha generado un acúmulo de gases que retienen la radiación térmica solar, produciendo un efecto invernadero en la superficie de la Tierra que provoca un calentamiento global. Por otro, que unas siniestras fuerzas ocultas que tratan de adoctrinarnos, unidas a la industria de las baterías de coches y de paneles solares, quieren coartar nuestra libertad para que dejemos de comprar gasolina a los países árabes y evitar con ello que organicen mundiales de fútbol. Apliquen la navaja de Okham y no pierdan el tiempo.