Mujeres y ciencia
La firma de María José Aguilar Idáñez, Catedrática de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha
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Albacete
Ayer fue el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Pero fue durante la semana pasada cuando se realizaron todos los eventos promovidos por las universidades para sensibilizar al respecto. También ha sido durante los últimos cuatro días cuando la mayoría de los medios de comunicación dedicaron alguno de sus espacios a la presencia femenina y su peso real en la estructura de la ciencia en España.
Durante el fin de semana he revisado la web de Naciones Unidas. También he rastreado los eventos organizados por nuestras universidades públicas (no las universidades privadas porque a esas lo que principal y mayoritariamente les suele interesar de la sociedad es captar alumnado y recursos, ya que ante todo son un negocio y no un servicio público). Por último, he leído casi todos los artículos y piezas informativas publicadas en medios de comunicación nacionales generalistas, así como en medios especializados en divulgación científica.
Comparto hoy con ustedes algunas constataciones (de modo casi telegráfico) fruto de dicha revisión:
En primer lugar, nadie pone en duda la tremenda brecha de género existente (brecha que va en aumento, ojo, no disminuye) en los diversos sistemas científicos: esta brecha se constata tanto en las estructuras académicas como en las exclusivamente científicas, ya que a medida que sube el nivel de poder de decisión, de reconocimiento social y salarial, y el nivel de liderazgo de proyectos y departamentos, disminuye sistemáticamente el porcentaje de mujeres. Y esto ocurre tanto en campos científicos masculinizados como feminizados.
En segundo lugar, nadie pone en duda la importancia de incorporar el talento femenino a la ciencia y la tecnología, pues sin dicha incorporación y sin liderazgo científico femenino la sostenibilidad de nuestros sistemas jamás estará garantizada.
Pero, en tercer lugar, quiero llamar la atención sobre el hecho de que cuando en todas partes (ya sea Naciones Unidas, medios de comunicación social o de divulgación científica) cuando se habla de mujer y niña en la ciencia, sólo se nombra e incluye en ese vocablo “ciencia” a determinadas ciencias, dejando fuera a otras muchas. Solo parecen tener la consideración de “ciencias” aquellas vinculadas al desarrollo tecnológico, a las antiguamente llamadas naturales (por oposición a las antiguamente llamadas ciencias sociales).
El 9 de noviembre de 2022 dediqué este mismo espacio de opinión a explicar lo que ocurre cuando los gobiernos ignoran las ciencias sociales, habida cuenta de todo lo sucedido con la aparición del coronavirus (que fue fruto de ignorar lo que la ciencia llevaba alertando desde hacía tiempo), así como de su gestión social durante la pandemia consecuente (que mostró cómo la mayoría de los gobiernos, incluyendo los nuestros, ignoraron en sus decisiones todos los conocimientos científicos producidos por las ciencias sociales y del comportamiento).
Cuidar la vida y asegurar su sostenibilidad en el planeta Tierra es cuestión de tomar decisiones basadas en el conocimiento científico. Pero nunca se tomarán buenas decisiones aplicando conocimientos científicos parciales que dejen fuera las ciencias sociales y el talento femenino que ¡oh, casualidad!, tiene más presencia en esas ciencias que en otras (aunque siempre sin cerrarse la brecha de género).