Nuestro tiempo oscuro
La firma de opinión de la catedrática de Trabajo Social de la Universidad de Castilla-La Mancha, María José Aguilar
'Nuestro tiempo oscuro', la opinión de María José Aguilar
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Albacete
Hace sesenta años, la extraordinaria filósofa judía Hannah Arendt, publicó un libro (Men in Dark Times) de biografías de personalidades europeas que tenían en común haber vivido y tenido que luchar en un tiempo histórico que ella llamó “tiempo oscuro”, es decir: caracterizado por la polarización política, el nacionalismo y los “desastres morales”.
Hoy vivimos un tiempo oscuro, a mayor escala que la descrita por Arendt a mediados del pasado siglo, porque la oscuridad la estamos viviendo a escala planetaria: nuestro tiempo hoy es oscuro porque los principales desafíos que enfrentamos como especie son la deshumanización cada vez más descarnada de más y mayores poblaciones, el nacionalismo excluyente, el discurso de odio, la polarización, o la instrumentalización del malestar social, entre otros muchos.
En este tiempo oscuro de “banalización del racismo” se violan sistemáticamente los derechos humanos de las personas migrantes en Europa y en España.
En este tiempo oscuro de “banalización del mal” se violan sistemáticamente los derechos humanos y el derecho internacional en territorios como Gaza, donde el genocidio, la limpieza étnica y los crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino, se ha cobrado más de 30mil vidas, la mayoría mujeres y niños/as.
La normalización de la violencia y la exclusión moral más absoluta es hoy, más que nunca, la seña de identidad de nuestros ricos países occidentales: la demanda de Sudáfrica (secundada por varias decenas de países) contra el Estado de Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, ha dictado medidas cautelares que Israel debe cumplir para evitar el genocidio.
La respuesta del Estado de Israel a los dictados de esta Corte Internacional de Justicia no se ha hecho esperar: más muertes y más destrucción.
Y la respuesta de los Estados ricos y accidentales que justifican, sostienen y alimentan esta violencia dirigida a exterminar al pueblo palestino (empezando por Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Finlandia, Canadá, Países Bajos o Australia) tampoco se ha hecho esperar: hoy 10 grandes países han anunciado que retiran sus fondos a la agencia de Naciones Unidas para refugiados palestinos, que era la única agencia que prestaba en los territorios palestinos servicios educativos, de salud o ayuda alimentaria. Diez países que hoy criminalizan a la ONU y su agencia para los refugiados palestinos, en lugar de aplicar las medidas dictadas por la Corte Internacional de Justicia. Estados Unidos, Reino Unido y Europa son cómplices de este genocidio.
Y todos y cada uno de nosotros también lo somos, no solo si lo justificamos, sino -sobre todo- si permanecemos indiferentes. La banalidad del mal sólo es posible, ya lo demostró Arendt hace más de medio siglo, si cuenta con el apoyo de la gente corriente. Mirar para otro lado y permanecer indiferente ante la barbarie, es la manera más efectiva de implementar la masacre y exterminar un pueblo.
Es responsabilidad y todas y cada una de nosotras. Sin excepción. Por lo que hagamos y digamos, y por lo que dejemos de hacer y de decir.