Salud, dinero y amor... Por nuestro planeta

Albacete

Me preguntan qué le pido yo al año próximo, aparte de las recurrentes mejoras en salud, dinero y amor. Imagino que tendrá que ver con deseos relacionados con el medio ambiente, con la ecología, con mi ámbito profesional, vamos.

No es difícil imaginar que mis deseos, como los de tantos otros oyentes comprometidos con la causa ambiental, vayan dirigidos a parar la crisis climática. Pero si uno quiere que le toque la lotería, tiene que comprar décimos. Y da igual si los compramos en doña Manolita o en la esquina de nuestro pueblo: las probabilidades son exactamente las mismas.

Pese a ello, todos los años aparecen imágenes por la tele que nos muestran cientos de personas haciendo cola en el famoso establecimiento, con la extraña creencia de que está tocado por alguna varita mágica que trasciende las bases de la estadística. Lo cierto es que, después de haber seguido de cerca las sesiones y negociaciones de la COP28 en Dubai, se me vienen a la cabeza varios deseos.

Aunque la sensación que nos suele quedar después de estas cumbres es de un cierto desasosiego, en la de Dubai se han logrado acuerdos importantes. Así, se habla de salud por primera vez. De una sola salud: ambiental y humana, de una salud planetaria. Esto incluye aceptar que nuestra salud está directamente relacionada con la de los mares y la de los bosques y que la de estos está sufriendo por la crisis climática.

La seguridad alimentaria, la aparición de nuevas pandemias, el aumento de las muertes por contaminación atmosférica son efectos colaterales del cambio climático. También en la COP28 se habló, y mucho, de dinero. En los últimos 20 años las pérdidas estimadas por los efectos del aumento hasta de 1,4º de la temperatura del planeta, han causado pérdidas más de medio billón de dólares, especialmente para los países más vulnerables.

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Porque cuando se habla de pérdidas económicas las desigualdades entre países desarrollados y países vulnerables, aumentan considerablemente. Por ello se habló profusamente de financiación para la adaptación al cambio climático. Una financiación que debería concentrarse en esos países en desarrollo, y no tanto en subvencionar los combustibles fósiles en países ricos. Esas subvenciones suponen alcanzan cantidades astronómicas: más de 7 billones de dólares al año.

Evitar la pobreza energética es una forma de justicia social a la que nos deberemos ir acostumbrando. Los casos más extremos apuntan hacia países cuya mera existencia se encuentra comprometida. Por último también se habló de biodiversidad, de mantener los equilibrios ecológicos, de creer que las personas, de manera individual podemos conseguir mitigar los efectos del cambio climático.

De recordar las nevadas que caían sobre nuestros pueblos hace años, de poder beber agua limpia de nuestros arroyos, de respirar aire puro. Ninguna cumbre va a evitar la crisis climática. Sólo cada uno de nosotros, de manera colectiva, podemos conseguirlo. Así que, salud para todos, dinero suficiente y repartido con criterios de justicia social, y amor por nuestro viejo planeta.

Quizá sea pedir mucho, pero aún estamos a tiempo, nos lo dice la ciencia, que suele acertar más que la lotería.

Felices fiestas.