Derechos humanos
La firma de opinión de la investigadora y decana de la Facultad de Medicina de Albacete, Silvia Llorens
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Albacete
El pasado lunes tuve el inmenso placer de sentarme en la platea del fabuloso Teatro Circo, orgullo de la ciudad de Albacete. Tuve oportunidad de escuchar a la banda sinfónica municipal interpretar diversas piezas musicales. Y lo más importante del evento, tuve oportunidad de escuchar los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de voz de una treintena de representantes de la sociedad albaceteña. Este año se han cumplido 75 años desde que fuera adoptada por la Asamblea General de la ONU concretamente el 10 de diciembre de 1948. Este acto fue organizado por Amnistía Internacional y Cultural Albacete.
¿Es importante que existan los derechos humanos? Sin duda. Pero más importante aún sería que se cumplieran y respetasen a rajatabla. Los horrores vividos durante la segunda guerra mundial llevaron a que, para evitar que algo así volviese a suceder, era imprescindible un compromiso global.
Sin embargo, mirando las atrocidades sucedidas en el pasado y lamentablemente, en la actualidad, las que ocupan portadas y titulares, y de las que seguramente no nos enteramos, una puede pensar que pese a esa construcción de bondad colectiva que fue la Declaración Universal de los derechos humanos, estamos condenados a sufrir la falta de empatía, ética y moralidad de algunos humanos. Me refiero a esos humanos a los que les hemos dado el poder, se han encargado ellos de tomarlo a la fuerza, o han sido unos terceros quienes se lo han concedido.
Me cuesta mucho comprender cómo se forja el odio en algunos humanos, o si se alimenta del poder. Pero, más me cuesta comprender cómo es tan contagioso este odio porque cuando se siembra su semilla, podemos ver cómo cientos, miles, millones de personas siguen y promueven ese odio, haciendo que se instaure y quede a veces adormecido durante generaciones, con capacidad de resurgir tras proclamas o eslóganes. Ya podría la bondad, la convivencia, el entendimiento, la cooperación, el bien común ser tan contagioso.
El lunes, cuando escuchaba la lectura de los artículos de la declaración universal de los derechos humanos, recordé cuando estudiaba en filosofía a Rousseau, que decía que el hombre era bueno por naturaleza y que, es el ansia de poseer, el ansia de poder, lo que hace aparecer la envidia, la agresividad, la competencia mal entendida, transformando al hombre en un hombre malo. Y que, la felicidad humana no consiste en el egoísmo utilitario, sino en vivir conforme, y en armonía con la naturaleza.
Y esto me lleva a una reflexión, y es si deberían llamarse derechos humanos o derechos de la tierra, ya que no somos sus únicos habitantes ¿En qué momento nos convertimos en dueños y señores de la Tierra actuando sobre ella de forma negligente e irresponsable? Gran parte de los conflictos pasados, actuales y venideros son debidos a los recursos naturales de los que nuestro planeta nos provee. No fue hasta el año pasado que la Asamblea General de la ONU reconoció el acceso a un medio ambiente limpio, sano y sostenible como un derecho humano universal.
Como punto final, preparando estas líneas, me resulta chocante que hayamos tenido que escribir, que tengamos que recordar que no debemos cejar en el empeño de la lucha y la defensa de unos derechos humanos universales, que son simplemente y a mi humilde entender, una cuestión de “sentido común”.
Buen fin de semana.