Especies y alcorques adecuados y podas menos agresivas: cómo hacer que los árboles resistan mejor los vientos huracanados

Toledo

Las dos borrascas consecutivas que esta semana han azotado a la península, primero 'Ciarán' y después 'Domingos', han puesto en evidencia la fragilidad en la que se encuentra el arbolado de muchas ciudades y pueblos de todo el país. En Castilla-La Mancha, las fuertes rachas de viento asociadas a este tren de borrascas, algunas cercanas a los 100 kilómetros/hora, han dejado más de medio millar de incidencias, la mayoría de ellas por la caída de ramas y árboles en la vía pública. En Madrid, una joven de 23 años perdía la vida esta semana en una céntrica calle de la capital tras caerle un árbol encima.

En nuestra región, estos vientos huracanados no han causado daños personales pero sí han afectado al arbolado obligando a muchos ayuntamientos a cerrar los parques y jardines como medida preventiva. Las imágenes de árboles de grandes dimensiones derribados por el viento han abierto informativos y se han viralizado en las redes sociales. Muchos creen que lo ocurrido debe traer consigo una reflexión sobre el mantenimiento de la masa arbórea de los entornos urbanos no sólo para prevenir daños en vehículos y viandantes sino también para preservar estos importantes sumideros de CO2.

Ecologistas en Acción recuerda que los daños al arbolado no sólo se deben a la fuerza del viento. Una elección inadecuada de las especies a plantar, la ausencia de tratamientos fitosanitarios y las podas agresivas son también determinantes. Miguel Ángel Hernández, portavoz de Ecologistas en Acción en Toledo, apunta además a los alcorques que en muchos casos están mal dimensionados y dificultan que los árboles puedan enraizar bien en el subsuelo donde además "hay otros obstáculos como canalizaciones e incluso soleras de hormigón que han quedado enterradas y que impiden a los árboles sujetarse".

Hernández explica que, a menudo, se eligen especies que no tienen raíces profundas, como los pinos, y que las podas que se realizan alargan mucho el fuste de los árboles creando una columna muy vulnerable a las caídas y a los fuertes vientos. "Esto a veces es un proceso natural debido a la edad del árboles pero en las ciudades esto a veces se acelera por podas inadecuadas que son verdaderas mutilaciones que terminan generando heridas y putrefacciones en el arbolado y que se convierten en puntos de debilidad que no consiguen sujetar las ramas o los troncos cuando se producen este tipo de vientos".

Un fenómeno que, advierten, se está viendo acentuado por el cambio climático. "Necesitamos los árboles y tenemos que mejorar mucho la gestión del arbolado urbano sin hacerlo desaparecer porque eso generaría otros impactos mucho peores". Hernández asegura que las imágenes de estos días “generan la suficiente alarma social como para tomarnos en serio la situación y que los ayuntamientos se replanteen sus políticas de arbolado, durante muchos años inadecuadas, y convoquen a las comisiones de medio ambiente y grupos de trabajo para afrontar una situación que requiere un esfuerzo".

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