Los datos de acoso escolar no mejoran: la violencia es menos física pero el hostigamiento verbal crece
En Castilla-La Mancha se detectaron 76 acosos de acoso escolar durante el curso 2022/23 pero los expertos en bullying alertan de que el 25 % de los escolares lo sufren
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El acoso escolar, a debate en 'La Ventana de Castilla-La Mancha'
16:08
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Toledo
Durante el curso 2022/2023 se detectaron 76 casos de acoso escolar en los centros educativos de la región. Desde la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha recuerdan que son datos similares a los que se registraban antes de la pandemia, que mitigó mucho las situaciones de acoso vinculadas al ámbito educativo ya que no había presencialidad.
Desde la Consejería de Educación dicen que estos datos "demuestran la fortaleza de los protocolos" que hay en marcha y que establecen que, ante la denuncia que cualquier miembro de la comunidad educativa pueda realizar, se empieza a intervenir con los supuestos acosadores, víctimas y observadores, guardando las medidas de protección hasta que se determine qué ha sucedido.
Por último, apuntan que todas las acciones en este sentido se realizan de la mano de la consejería de Bienestar Social a través del programa 'Tú cuentas'.
Una cuarta parte de los escolares sufren acoso, según los expertos
No obstante, no son todos los casos que se dan porque los que salen a la luz son "los que se han llegado a denuncia". Es lo que señala Iñaki Piñuel, doctor en Psicología por la Universidad Complutense, durante años profesor de la Universidad de Alcalá y quien fue el primero en poner encima de la mesa datos de acoso escolar en España con el informe 'Cisneros' publicado hace ya más de una década. "La mayoría de los casos de acoso escolar duermen durante años con niños que no reportan el problema, con familias que ni siquiera lo conocen y con un sufrimiento que sigue siendo clandestino. Las cifras reales con mayores que los casos registrados que son solo la punta del iceberg, el resto está oculto".
Cada vez que se mide el acoso escolar, hay más casos. Según Piñuel, las víctimas son un porcentaje superior al 25 % de los escolarizados. La cuarta parte de los escolares "reporta de manera habitual actos de violencia, acoso, hostigamiento". Ante estos actos, "la comunidad educativa no hace nada, bien porque los ignora, los banaliza o los normaliza; o porque los centros educativos, no sabiendo qué hacer, prefieren esperar a ver si el problema se resuelve solo". Esto último solo provoca que los casos alcancen una gravedad aun más severa. En la mayoría de las ocasiones, la víctima lo sufre en silencio. "Las familias se enteran tarde, cuando ya las víctimas tienen un daño postraumático".
La única manera de trabajar seriamente el bullying es la prevención. "Cuando no prevenimos siempre llegamos tarde y por eso es esencial es identificar en las primeras fases esas conductas. De no intervenir, se va a normalizar y van creando una erosión en la víctima", remarca Piñuel. "Hay que detener y señalar esas conductas, sancionarlas. Los acosadores lo que aprenden es que no pasa nada y la bola sigue creciendo". Para detectar el bullying en las aulas, el centro debe implantar sistemas que "pregunten de forma frecuente" a los niños.
Por su parte, las familias pueden identificar los signos primarios de acoso cuando sus hijos "reportan miedos, temores o síntomas psicosomáticos que es cuando los niños viven con miedo el volver al lugar donde saben que se les va a torturar". Es esencial que a los niños se les escuche, se hable con ellos y se crea en lo que dicen. "Las víctimas no suelen mentir y por eso, los padres y madres tienen que dar cuenta tan pronto como se pueda de lo que está ocurriendo con sus hijos al centro escolar, porque la obligación de intervenir es de los centros escolares".
Lamentablemente, los casos se identifican en fases muy tardías cuando ya casi nada cabe hacer mas que "salvar literalmente la vida de la victima a base de sacarla del centro escolar" y de ese modo, proteger de una reacción que acaba siendo unánime. Cuando el acoso llega a la tercera/cuarta fase, se ha infectado todo el grupo y por eso, se acaba cambiando de centro a la víctima. "Es injusto y se deja intacto el problema, que heredará otro niño en ese centro escolar siendo la siguiente victima". El problema no se resuelve correctamente con esas medidas, que solo son paliativas. Si se hiciese prevención, se evitaría sacar a los niños maltratados de sus centros.
En los últimos años el bullying sale de las instalaciones escolares y el ciberacoso remata lo que se origina en ellas. "El daño se multiplica por mucho, porque el daño se extiende a cientos de jóvenes que participan en el hostigamiento de la víctima". "La violencia se transforma, se oculta, es menos física pero es mayor el maltrato verbal o la exclusión. Esto complica la situación de bullying porque es aun mas difícil de intervenir".
"Los síntomas psicosomáticos de mi hija solo desaparecían en vacaciones"
Es el caso de una niña de Albacete, que sufrió bullying desde los seis hasta los diez años. La primera vez que esta niña alertó fue al comienzo, con seis años en 1º de Educación Primaria, pero sus padres "cometieron el error" de "confiar en la versión del centro". Es lo que ha contado su propia madre en 'La Ventana de Castilla-La Mancha', aunque ha preferido mantenerse en el anonimato por "miedo a represalias" a su hija.
Las primeras señales llegaron cuando la niña no quería ir al colegio y acabaron cuando le descubrieron la espalda llena de moratones. Mientras, la niña desarrolló síntomas psicosomáticos como dolores de cabeza constantes que "solo cesaban en los periodos vacacionales". La mejora de este tipo de síntomas en las vacaciones puede ser clave para esclarecer este tipo de casos.
Ella es una de tantas madres más descontentas con el sistema educativo y con la soledad que se encuentran cuando piden ayuda en los centros. Esta madre asegura que, "desde el colegio no creían a la niña, la culpabilizaban" e incluso "cerraron el protocolo de acosos escolar" sin ponerlo en conocimiento de los padres.
Ahora la niña se encuentra "mucho mejor", en un nuevo centro -aunque ella no quería ser la que dejara su colegio-, y todo lo feliz que puede estar una víctima cuyas heridas se convertirán en cicatrices.