Vicente Casero: "Mientras haya demanda, nunca se extinguirá"

Campo de Criptana

Si hablamos de Castilla-La Mancha es inevitable que no se nos venga a la cabeza un molino de viento. Estas construcciones del siglo XVI siguen estando en muchos puntos de nuestra región. Pero, ¿qué pasa si se rompen o se van deteriorando? Aquí aparece la figura del carpintero. Hoy conocemos la historia de Vicente Casero, natural de Campo de Criptana.

Estos 'gigantes' como bien decía Don Quijote de La Mancha, siguen estando hoy día en nuestra región. En nuestra comunidad autónoma llegó a haber hasta un centenar de molinos en funcionamiento. El tamaño de las piezas, las dimensiones y la variedad de la madera son elementos diferenciales a la hora de realizar la restauración de un molino de viento cuando se estropea. "Hay que tener un conocimiento muy amplio de los tipos de madera, de sus usos"

Desde muy pequeño, a Vicente Casero, le ha gustado la madera y la carpintería, y, tras su paso en 1993 por la escuela taller del pósito de Campo de Criptana, decidió dar el paso. La maquinaria del molino, una vez activada, es capaz de moler una cantidad de grano bastante considerable. Supuso una “revolución industrial” en la zona, porque hasta entonces la forma de molturar era muy escasa y manual. Aunque no es lo común. Vicente se ha especializado en el molino manchego, el molino cervantino. Reconoce que es un trabajo duro, "es un trabajo de altura, de maderas muy pesadas. Es un trabajo en el que, por así decirlo, te duele la cabeza. Tienes que estar pensando ahora esto, ahora lo otro, cómo hago esto. Es un trabajo que te pone a prueba todos los días".

Ampliar

Un trabajo que traspasa las fronteras de Castilla-La Mancha y que es necesario en otras comunidades autónomas, como Aragón, por falta de mano de obra. A principios de junio, recibió el Premio de las Artes de la Construcción "Richard Driehaus", la máxima distinción que puede recibir un carpintero a nivel nacional. Son los galardones que se conceden en España a los más destacados maestros de los distintos oficios de la construcción tradicional. Según nos ha explicado, "se dan cuatro disciplinas y a mí me dieron la de madera. Es el Óscar de los carpinteros".

Aunque, para él, la máxima distinción es que su trabajo, y su oficio siga adelante. Por eso confía en que, siga habiendo relevo generacional porque como bien dice, "mientras haya demanda, nunca se extinguirá".